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Exclusión Social como determinante de mala salud

Exclusión Social como determinante de mala salud.

Dr. José Carlos Escudero-ponencia para congreso de ALAMES, Argentina, mayo de 2006

 

Cuando todo el mundo es parejamente pobre, algunos problemas se reducen. La pobreza uniforme que existe al interior de una sociedad, si además se le agrega cohesión social

(hechos que suelen ir juntos), suelen proteger de algunos males: la violencia que suele aparecer como respuesta a una exhibición insolente de riqueza, la que aparece como consecuencia de la frustración de no haber alcanzado un “éxito “ individual que aparentemente está al alcance de todos en sociedades desiguales. Una explicación habitual para los bajos niveles de mortalidad que se observaban en Japón antes de su “desarrollo” era su homogeneidad cultural y la fuerte cohesión social que ofrecía a sus habitantes. La pobreza era generalizada, pero había muy poca exclusión, marginación o abandono.

 

La anterior es una explicación cultural de la inclusión como generadora de buena salud colectiva. Existe consenso que la exclusión cultural se potencia con la  privación de vida material para  generar enfermedad mental y física Agreguemos algunas explicaciones que provienen de la materialidad de la vida y que se combinan con las explicaciones culturales. El primer capitalismo industrial, el del comienzo de la Revolución Industrial, era extremadamente explotador, pero no era excluyente, excepto por razones de extrema juventud, extrema vejez o extrema discapacidad. Todo trabajaban, ya que había pocas formas de reemplazar el trabajo físico humano  (la era de uso de combustibles fósiles y de generación de energía por otros medios estaba apenas comenzando) y todos eran explotados al trabajar. Empleo pleno, mucha extracción de plusvalía absoluta, mucho sufrimiento, poca exclusión.

 

En el capitalismo actual esto ha cambiado sustancialmente. Menos trabajo humano, reemplazado por la fuerza de la energía de otro origen y por adelantos en la tecnología, mucha extracción de plusvalía relativa, mucho desempleo, mucho trabajo precario, mucha exclusión. El trabajo regular, generador de explotación pero también deseable como posibilidad de  ejercicio de creatividad, como ratificación de la personalidad, como parcelador de tiempos, como satisfactor de mandatos, como reaseguro para las familias y para le vejez, aunque su beneficio sea expropiado por otros, es cada vez mas escaso. La alternativa : la satisfacción de la totalidad del trabajo socialmente necesario (por razones principalmente ecológicas una necesidad social que va a ser mucho mas austera que lo que actualmente ofrece la sociedad de consumo y despilfarro), repartido uniformemente entre la totalidad de la población económicamente activa, generaría jornadas de trabajo mucho mas breves que las actuales y la posibilidad de un ocio mucho mas extendido. Esta posibilidad , técnicamente factible , es absolutamente utópica dada la actual correlación de fuerzas políticas a nivel mundial y nacional, y los países mas benévolamente socialdemócratas del mundo ( los escandinavos, por ejemplo ) están mas lejos de ella que hace treinta años., mientras que el “socialismo realmente existente” , que se planteaba como alternativa , ha casi desaparecido, por una combinación de contradicciones internas y operaciones de política internacional donde el futuro San Juan Pablo II jugó un papel destacado.

 

Existe otro análisis de la exclusión/ inclusión como categorías opuestas y posibles: el fortalecimiento de cada una de ellas mediante  políticas de Estado. Comparando internacionalmente las  políticas sociales de diferentes países, puede verse como han favorecido la inclusión, y por tanto la buena salud, a través, por ejemplo, de una trama de seguridad social que al retribuir adecuadamente  al trabajo, al volverlo estable, al subsidiar a los enfermos y al asegurar la jubilación, mejoraron la salud física y mental colectivas; como , al crear instituciones y servicios con cobertura universal , estimularon la inclusión y la salud ( nuestra Argentina, tan salvaje en muchas respectos, tiene cuatro grandes haberes en su historia: las red universal de agua potable en las grandes ciudades, que debemos a la oligarquía positivista; la sarmientina educación primaria universal, gratuita y laica; la universidad pública de relativamente fácil acceso de la Reforma del 18 y el sistema de salud universal y gratuito de Carrillo. En el siglo 20 ,los sucesivos golpes militares, la “Nación Argentina Católica” , el neoliberalismo y el transformismo de la alianza política peronista –radical pudieron debilitar pero no erradicar esas poderosas herramientas integradoras en un país en el cual la mitad de la población era de origen inmigratorio reciente, herramientas que lo homogeneizaron, le dieron una cultura que toda su población comparte, y que , cristalizado el resultado en el barrio del Once de Buenos Aires es registrado por el cine argentino reciente en películas costumbristas que hacen las delicias de espectadores europeos y norteamericanos, porque esto, en sus países no se consigue: pueden ser mucho mas prósperos, pero no han desarrollado en sus tierras un “crisol de razas” tan eficaz. Estas instituciones integradoras  de Argentina siguen existiendo, aunque muy debilitadas, están en nuestro imaginario y en nuestra memoria histórica...

 

Hablar de exclusión enriquece nuestro conocimiento de las determinaciones sociales de la salud, que suelen pecar de un excesivo economicismo, ya del que proviene de las múltiples variantes de la “teoría de la modernización” de las ciencias sociales, como de muchos  análisis marxistas. En términos de costo/beneficio, la mas eficiente lucha en el mundo contra la mortalidad ha sido la emprendida por Cuba, país eminentemente integrado , y con políticas sanitarias y sociales universales y con buena cobertura; la salud mental colectiva mas deseable ( medida en bajas hetero y autoagresión ,tolerancia, aceptación del diferente, libertad de expresión, creatividad, relativamente baja opresión de las mujeres, sexualidad libre ), parecieran observarse en los países centrales donde subsisten casi todos los elementos de los “treinta años gloriosos “ post 1945  ( resulta a la vez gratificante y preocupante ver como los EEUU de Bush se alejan cada vez mas de esto ).  El concepto de “revolución “ como motor de cambio histórico ha tenido una mala prensa desde que la postmodernidad se adueñó del análisis histórico, pues bien, la Revolución Francesa de la Francia burguesa es al día de hoy la revolución que ha conservado el mayor prestigio. Si vemos la historia de Francia: el país que hizo la reforma agraria primera, la mas universal y la mas profunda, que primero se laicizó, que exportó con mas eficacia su ideología igualitaria y sus instituciones, que menos emigrantes expulsó, que antes que ninguno emancipó a sus esclavos e incluyó a sus judíos, que hoy detiene, en sus calles y en sus plazas a los avances de la precarización neoliberal...  Diderot, D´alembert, Voltaire, Marat, Danton; Jean Jaurés, Sartre, integradores, vuelvan y dennos una mano. ".

 

José Carlos Escudero.  

 

  

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