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Un espacio para la participación del Colectivo de Enfermería

Efectos de la violencia sexual en la salud de las mujeres

 

Efectos de la violencia sexual en la salud de las mujeres

fuente:www.mujeresparalasalud.org

El concepto de VIOLENCIA SEXUAL es cambiante según la perspectiva desde la
que se analice: jurídica, psicológica, tipo de sociedad y creencias culturales.
Hace unos años, el estudio de las agresiones sexuales se centraba en el delito y
en los violadores, pero actualmente se centra en los efectos y en las víctimas.
La conceptualización más común considera la violencia sexual hacia las mujeres como
un acto de poder, agresión y degradación, además del componente sexual por parte del
hombre hacia la mujer.
Todos los estudios concluyen que entre todos los tipos de malos tratos, las agresiones
sexuales producen el mayor impacto psicológico en la vida de las mujeres y las repercusiones
más negativas en su salud mental.
La violencia sexual de género adopta múltiples expresiones que transgreden los derechos
humanos de las mujeres, aunque muchas formas de esta violencia son aún difíciles de
identificar en nuestra cotidianidad.
Entre las recientes definiciones sobre violencia sexual que nos aportan diversas organizaciones
internacionales defensoras de los derechos humanos, hemos elegido dos de ellas
que pueden ayudar a evidenciar sus diversas manifestaciones.


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Está comprobado que dos de cada tres mujeres en el mundo han sufrido alguno de estos
tipos de violencia sexual y dos de cada tres de las víctimas sufren un Trastorno de Estrés
Postraumático (T.E.P.)
El aumento de los estudios e investigaciones relacionados con las víctimas de agresiones
sexuales nos ha permitido conocer más profundamente las consecuencias de este delito.
Se concluye que la violación es un acontecimiento que cumple los criterios de diagnóstico
del DSM-IV (APA,1994) para el Trastorno de Estrés Postraumático:
Las víctimas de agresiones sexuales tienen mayor riesgo de desarrollar el T.E.P. que cualquier
otro tipo de víctimas, como son: los ex combatientes de guerra, los supervivientes
de campos de concentración, de accidentes, de desastres naturales, etc.
La definición del Centro Para el Control y Prevención de Enfermedades de
E.E.U.U. (CDC 2004):
“ Violencia Sexual es un acto sexual completado o intentado en contra de la voluntad
de una víctima o cuando una víctima es incapaz de consentir debido a su edad,
enfermedad, incapacidad o la influencia del alcohol u otra droga.
Puede envolver fuerza física o amenaza de la misma, uso de armas, coacción, intimidación
o presión.
Incluye : tocar los genitales intencionalmente, el ano, la ingle o los senos en contra
de la voluntad de la víctima o cuando la víctima está incapacitada para consentir.
También voyerismo, exposición al exhibicionismo o exposición no deseada a la pornografía.
Puede ser cometida por extraños, amigos, miembro de la familia o pareja
íntima.”
La definición del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA,2004):
“La violación es la forma más mencionada de violencia sexual, en muchas sociedades
es definida como el contacto sexual con otra persona sin su consentimiento.
La violación es la cometida cuando la resistencia de la víctima es dominada por la
fuerza o el miedo o cualquier otra forma de coerción.
Sin embargo, el término “violencia sexual basada en el género”, encierra una amplia
variedad de abusos que incluyen: amenazas sexuales, explotación, humillación,
asaltos, violencia doméstica, incesto, prostitución involuntaria, tortura, inserción de
objetos en orificios genitales y tentativa de violación.
La mutilación genital femenina y otras prácticas tradicionales dañinas ( incluyendo
el matrimonio temprano, que aumenta sustancialmente la morbilidad materna) son
formas de violencia sexual basada en género contra las mujeres que no se pueden
pasar por alto ni justificar sobre la base de la tradición, la cultura o el conformismo
social.


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Los criterios por los que se considera que las agresiones sexuales cumplen las condiciones
de producir el T.E.P. son las siguientes:
 La violación se percibe por la mayoría de las mujeres, como un suceso que amenaza
seriamente su vida. Las víctimas tienen una sensación de horror y de indefensión,
temen morir o sufrir heridas graves y, experimentan niveles muy altos de miedo y
ansiedad.
Los síntomas más frecuentes son: susto, preocupación, terror, confusión, indefensión,
rabia, vergüenza y humillación. Además tienen síntomas psicofisiológicos como:
temblores, taquicardia, dolor, tensión muscular, respiración jadeante y paralización.
 El acontecimiento traumático de la violación se reexperimenta persistentemente por
lo menos en una de las formas siguientes:
1) Recuerdos desagradables, recurrentes e invasores de la agresión sexual, que
incluyen imágenes, pensamientos o percepciones.
2) Sueños desagradables y recurrentes sobre la experiencia.
3) Conductas o sentimientos que aparecen como si el suceso estuviera ocurriendo
de nuevo.
4) Malestar psicológico intenso cuando la víctima se expone a estímulos internos o
externos que simbolizan o recuerdan algún aspecto de la agresión sexual.
5) Reactividad fisiológica cuando la víctima se expone a estímulos internos o externos
que simbolizan o recuerdan algún aspecto de la
agresión sexual.
 Se produce una evitación persistente de los estímulos
asociados con el trauma y una falta de capacidad
general de respuesta (no existente antes del trauma),
que se pone de manifiesto en, al menos tres de los
siguientes fenómenos:
1) Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos
o conversaciones asociados con la agresión
sexual.
2) Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas
que provocan el recuerdo de la agresión.
3) Incapacidad para recordar algunos aspectos
importantes del trauma (amnesia psicógena).
4) Disminución del interés o de la participación en
actividades cotidianas.
5) Sensación de distanciamiento o extrañeza respecto
a los demás.
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6) Limitación de la capacidad afectiva (por
ejemplo, incapacidad de enamorarse)
7) Sensación de falta de futuro ( por
ejemplo, no confía en realizar una carrera,
tener una pareja, tener una larga
vida...)
Se da una restricción de su vida social,
sentimientos de extrañeza y aislamiento
de los demás, disminución de la satisfacción
sexual y menor participación
en la actividad sexual.
 Se producen síntomas persistentes de
hiperactivación (no existentes antes del
trauma), que se pone de manifiesto en,
al menos, dos de los siguientes fenómenos:
1) Dificultad para conciliar o mantener el
sueño.
2) Irritabilidad o explosiones de ira
3) Dificultad de concentración.
4) Hipervigilancia.
5) Respuesta de alarma exagerada.
 La duración de estos síntomas es por lo menos de un mes. La mayor parte de las víctimas
de violación afirman que les provoca una sensación generalizada de malestar
y conductas desorganizadas tanto en los tres primeros meses (víctimas recientes)
como en periodos superiores a los tres meses (víctimas no recientes).
Aunque la mayoría de las víctimas de la violencia sexual de género (el 70%) padece un
Trastorno de Estrés Postraumático, el resto de las víctimas también suele sufrir numerosos
problemas psicológicos, entre los que destacan: depresión, ansiedad, fobias, todo tipo de
problemas sexuales y múltiples enfermedades ginecológicas.
En nuestro trabajo terapéutico en “ENTRE NOSOTRAS” constatamos que, la mayoría
de las mujeres que atendemos, han experimentado algún tipo de violencia sexual y en
los siguientes informes abordaremos algunas de estas violencias normalizadas e invisibilizadas
que aguantan numerosas mujeres de nuestro país, por parte de sus parejas o
maridos; la que soportan las mujeres jóvenes para dar la talla de la modernidad; la secreta
que sufrieron multitud de ellas en su niñez, generalmente perpetrada por los varones de
su familia. También trataremos el escabroso y complicado tema de la prostitución y sus
graves secuelas físicas y psicológicas en las mujeres prostituídas.

 


“El universo compartido de Paulo Freire y Enrique Pichon Rivière”

“El universo compartido de Paulo Freire y Enrique Pichon Rivière”

ANA PAMPLIEGA DE QUIROGA

Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo

Suplemento de Página 12, julio 2001

  

Presentación

La Universidad de las Madres es, para ella, también su casa. Nos reconforta contar con su presencia por varios motivos. Es una mujer muy inteligente, y que coherentemente, incluso en épocas duras de nuestro país, no se calló cuando muchos se callaban. Ha tenido una trayectoria pública en defensa de los derechos humanos y es una persona de rigor intelectual. Tiene la dicha, el honor, de haber sido la compañera en la vida privada y en el trabajo de uno de los maestros más importantes que haya dado nuestro país: Enrique Pichon Rivière. Ana es uno de los referentes de la psicología social, de la Argentina y de América latina. Ha profundizado ideas de Pichon; pero también ha elaborado conceptos que son suyos, y que todos los que estamos ligados al campo de la psicología social hemos estudiado e incorporado a nuestro conocimiento. Le debemos mucho a Ana. El hecho de que ustedes, compañeros estudiantes de esta Universidad, estén hoy aquí para escucharla, es un estímulo para que sigan con el trabajo, para no bajar los brazos y, como diría Pichon, un estímulo para seguir planificando nuestra esperanza.

Vicente Zito Lema

 

Intervención de Ana Quiroga

Es conmovedor para mí estar en la casa de las Madres que simbolizan un particular aprendizaje social. Aprendizaje que nació de un terrible dolor y que ha dejado en la sociedad una enseñanza inolvidable. Enseñanza que se expresó primero en su presencia silenciosa y luego en su palabra.

Que se expresó sobre todo en la búsqueda de justicia, el rechazo a la mentira, a la naturalización de la muerte, oponiendo la valentía de la búsqueda, la necesidad imperiosa de esclarecimiento al horror impensable de la desaparición, desafiando el mandato de sumisión y silencio, en una definitiva afirmación del derecho a la vida y la verdad.

Ellas aprendieron y desde y a través de su aprendizaje enseñaron. Eso hace pertinente este ámbito para trabajar sobre la obra de dos maestros, que también aprendieron y enseñaron, luchando –cada uno desde su lugar– por ese derecho a la vida, la verdad, el proyecto y la esperanza. Me refiero a Paulo Freire y Enrique Pichon Rivière.

Expondré algunos puntos de articulación que encontré entre estos pensadores, quienes no pudieron trabajar juntos, no se conocieron. No lo creo casual, ya que la fragmentación es, históricamente, instrumento de opresión en América latina. En algún momento, Freire me dijo: “Leí a Pichon y pensé: `este hombre me ha copiado’, pero analizando fechas me di cuenta de que yo había pensado lo mismo en otro tiempo y espacio, sin conocernos”. Ese desconocimiento es emergente de una realidad; pero la convergencia nos habla de interrogantes que esa realidad presentaba y del desarrollo de una posibilidad de análisis y de una disciplina. La concepción del aprender y del proceso de conocimiento es uno de los puntos de encuentro de estos pensadores. El aprender es entendido por ambos comouna relación dialéctica, de mutua transformación entre el hombre y el mundo.

Pichon define al aprendizaje como: apropiación instrumental –por el conocimiento– de la realidad, para transformarla. La apropiación significa una forma de relación entre lo que se conoce como realidad objetiva y lo subjetivo. La relación entre subjetividad y realidad objetiva –aquella que existe con independencia de cualquier conciencia cognoscente– está nuevamente en debate en las teorías epistemológicas y concepciones del conocimiento, como lo ha estado a lo largo de milenios en el pensamiento filosófico occidental. La posición de Pichon, fundada en la dialéctica materialista, está distante y en polémica con el constructivismo hoy hegemónico, particularmente en los ámbitos académicos y educativos.

El sujeto, desde la teoría pichoniana, es actor, protagonista de la historia, pero no “construye” la realidad. Elabora, sí, una visión de esa realidad. Es sujeto activo, cognoscente en tanto aprehende rasgos de esta complejidad que es lo real.

Planteo el tema por la vigencia del debate y porque Freire coincide en sostener la existencia del conocimiento objetivo. Ambos autores convergen en ubicar como eje del proceso de conocimiento la praxis, los procesos de transformación, a la vez que adjudican a ese conocimiento una direccionalidad.

Otro punto de encuentro es la concepción del aprender como unidad de contrarios. Enseñar y aprender son visualizados como aspectos de un movimiento que constituye una unidad. A este acontecer contradictorio y a la vez unitario, Pichon lo llamó “enseñaje”. Los dos autores concuerdan en que en el rol del que enseña y el del que aprende no son estáticos, sino alternantes. Son funciones que circulan en un vínculo. Esto habla de una concepción de la validez de los distintos tipos de conocimiento, e implica una redefinición del enseñar y el aprender. Porque: enseñar no es sólo -aunque también eso es enseñar– transmitir un saber. Hay un consenso en ambos pensadores en que todos poseemos saberes valiosos y que todos podemos transmitir conocimientos, compartir –como diría Paulo– nuestra “lectura del mundo”, aportar nuestra “lectura de la realidad” –como diría Pichon–.

Todos contamos con un marco referencial que condensa saberes. Así como, también, esas lecturas contienen los no saberes, los puntos de confusión; lo cual no es negativo, ya que la confusión es un momento frecuente y quizás inevitable en el proceso de conocimiento. En el conocer se supera la confusión.

Estas concepciones redefinen la idea de enseñar, lo que ya no se reduce a comunicar saberes, de los que todos somos poseedores y portadores. Enseñar adquiere otras significaciones y formas: es impulsar la reflexión, promover el interrogante, el pensamiento. Y en una relación de aprendizaje, ¿quién promueve el pensamiento, el interrogarse? El alumno, quien desde la pregunta, la duda, aun la dificultad, moviliza el aprendizaje del docente –si éste es sensible al acontecer de la persona que tiene delante–. Por eso es fundamental el trabajo del vínculo en el aprendizaje. En Pedagogía de la pregunta, Paulo lo expone claramente. La vincularidad, la comunicación, está presente básicamente en ese texto, aunque es tratada en toda su obra.

¿Y cómo sería en Pichon? El habla del emergente, refiriéndose a la cualidad nueva que surge en un campo de indagación y le da forma.

¿Qué es un emergente en el proceso de aprendizaje? Según Pichon-Rivière es un signo de ese proceso, indicador de los movimientos, las alternativas y cambios cualitativos en ese acontecer. La pregunta es un emergente o signo, como lo son la duda, el error, la confusión, la elaboración conceptual o el descubrimiento. Pichon –que llega a la pedagogía desde el análisis psicológico– trabaja otra situación: la que caracteriza como “obstáculo”, el que consiste en una dificultad de origen emocional en la relación del sujetoobjeto de conocimiento.

Para mayor comprensión de este concepto pensemos en una excesiva cercanía, en la que la persona se confunde con lo que está investigando. O con la excesiva distancia, cuando el sujeto no puede establecer relación con dicho objeto. La fragmentación, la unilateralidad, lo que se da cuando se ve sólo un aspecto o no se puede percibir o vincularse con el objeto más integradamente, en sus distintos rasgos. Estas formas de relación serían expresiones de obstáculos en el aprendizaje.

La concepción de obstáculo, en Pichon, abarca la multiplicidad de aspectos subjetivos: esa perturbación en la relación sujeto-objeto o campo de conocimiento, una vez configurado, se expresa tanto en la dimensión intelectual, como el hacer, y lo emocional y sus interrelaciones.

En caso de emerger un obstáculo, abarcaría los distintos rasgos que hacen a la actitud de aprender.

Si bien hemos ejemplificado la idea de emergente con el fenómeno del obstáculo, el concepto de emergente es más abarcativo que el de obstáculo. Como signo de un proceso, el emergente implica un significante y un significado, y diríamos que el significante –en este caso un hecho observable– remite a un acontecer más complejo, que debe ser indagado. Lo emergente nos “dice” de esa relación, de ese posicionamiento del sujeto en el campo del conocimiento.

En la concepción de Freire, como en la de Pichon, se conceptualiza, y se trabaja la dialéctica entre educador y educando. Se trata de un interjuego, en el que hay diferencia y a veces oposición. Insisto en el término “dialéctica” porque uno no puede ser pensado ni existir sin el otro; y por el carácter dialéctico de esa relación, cada uno puede, en esa unidad, transformarse en el otro, desplegar esa alternancia en el enseñar y el aprender.

Otro punto de convergencia entre ambos maestros es la jerarquización de lo que podemos llamar el “aprendizaje vital”, aquello que configura la lectura del mundo –en Freire–, o los marcos referenciales que operan en la concepción de la cotidianidad, desde Pichon. Lo cotidiano adquiere un lugar central en términos de objeto de conocimiento. Freire, en función de la tarea alfabetizadora, parte de la cotidianidad de ese sujeto que será el que logrará el poder de ponerle escritura a esa lectura que hace desde sus primeros momentos de vida.

Definimos como cotidianidad, desde la psicología social, una multiplicidad heterogénea de hechos que configuran nuestra experiencia, nuestros escenarios vitales. Hechos casi banales, considerados obvios y desdeñados como objetos de conocimiento. Pero esa multiplicidad encierra algo fundamental: lo que llamamos cotidianidad, aquello que aparece como natural, es la forma de nuestra relación inmediata, con un orden sociohistórico que constituye nuestras condiciones concretas de existencia.

En ese orden cumplen su destino social nuestras necesidades. Destino de gratificación o de frustración. Estamos hablando de poder, de necesidades, de destino social, hacemos referencia al conocimiento de nuestro ser-enel-mundo y del ser del mundo para nosotros. De allí que lo cotidiano nada tiene de banal ni de obvio, como nada tiene de natural ni de a-histórico. Es un campo ineludible de conocimiento. Ese análisis de la cotidianidad, de las condiciones concretas de existencia, es uno de los rasgos de identidad de la psicología social planteada por Pichon Rivière. Esta se inscribe así en la corriente de pensamiento denominada crítica de la cotidianidad, de la que participan distintas ciencias sociales. ¿Qué implica el carácter crítico de este pensamiento? La idea de crítica está presente tanto en la obra de Pichon como en la de Paulo y es fundante en ambas elaboraciones.

Se define crítica como análisis objetivo, desmitificador. La idea de conciencia crítica recorre ambos marcos conceptuales, en la que es pensada como una forma de la relación sujeto-mundo. Consiste en una actitud abierta al conocimiento de la realidad y al conocimiento de sí mismo en esa realidad.

Trabajamos con Pichon el concepto de conciencia crítica en la década del 70, enlazándolo con el criterio de salud mental. La entendimos como una forma de conocimiento, como develamiento. No se trata de una revelación sino de una investigación y de-vela en el sentido que permite levantar el velo que enmascara situaciones que tienen que ser encubiertas o distorsionadas para ser toleradas. Esto se da tanto en el plano de lo social como de lo individual. Frecuentemente mistificamos hechos en nuestra vida personal, en nuestros vínculos, ya que no los aceptamos en su realidad. La neurosis es ejemplo de tal enmascaramiento.

El desarrollo de una conciencia crítica en el plano de las relaciones sociales, requiere, desde el aprendizaje, la capacidad de análisis de las representaciones sociales. Se trata de no ser portadores acríticos, sin interrogantes, de las representaciones colectivas. Implica analizar la relación entre representación dominante de los hechos –la de la ideología dominante– y los hechos mismos. Nos reencontramos con la dialéctica entre lo subjetivo y lo objetivo, cuestión central del conocimiento, reviviendo la polémica milenaria acerca de la posibilidad de conocer una realidad que nos sea exterior. Esta cuestión subyace siempre al proceso de aprendizaje, orientando sus modalidades. ¿Cómo indagar críticamente las representaciones sociales dominantes y su relación con los hechos? Tomemos un ejemplo de nuestra cotidianidad: hoy emerge ante las condiciones concretas que marcan nuestra existencia, sentimientos intensos de frustración y malestar. Estas vivencias, relacionables con una situación objetiva de precarización de la vida social, sume a grandes sectores de la población en la incertidumbre y la ausencia de proyecto, cuando no en el hambre y la desesperación. Esta reacción ante una crisis inédita se define, desde los despachos oficiales y medios de comunicación, como “mal humor”. Tales distorsiones plantean, como rasgo de una tarea crítica, la elaboración de un pensamiento que analice las representaciones sociales, sus contenidos y operación en la subjetividad, y su manipulación desde lugares de poder.

El “mal humor” evoca intolerancia, arbitraria hostilidad. La frustración ante hechos concretos es sutilmente ocultado en sus causas, que dejan de ser exploradas y enunciadas.

Desde un análisis psicológico, lo denominado encubridoramente mal humor, surge del registro de sufrimiento, nace de ataques y pérdidas vividas o temidas, ante los que el sujeto se siente inerme. El supuesto mal humor es malestar al que subyace la tristeza, la depresión.

Cuando Freire o Pichon hablan de conciencia crítica, plantean una lectura de la realidad, que tenga la potencia analítica que permita al sujeto correr el velo de ciertos discursos, tendientes a instalar en lo colectivo y en la subjetividad supuestas representaciones, que en tanto ficción, nos alejan del conocimiento.

Si enlazamos lo que hemos definido como análisis de la cotidianidad, con el concepto de conciencia crítica, se hace manifiesto por qué estos autores jerarquizan el saber vital, y el desarrollo de la capacidad analítica, crítica, centrada en lo aparentemente más obvio. Ambos conocían el secreto que encierra lo cotidiano; esa profundidad sin misterio de la que hablara H. Lefebvre. La conciencia crítica no consiste sólo en un conocimiento de la realidad social, en una desmitificación ideológica. Esta conciencia debe abarcar también nuestras relaciones interpersonales y distintos aspectos de nosotros mismos. Es por ello que lo enlazamos a la concepción de salud mental.

La idea de la esencia dialogal, interaccional, del aprender, articula a Freire y Pichon. Este diálogo tiene como organizador y eje central al objeto de conocimiento. En el dialogar se da un encuentro múltiple: el de los dialogantes, quienes están aprendiendo, y la realidad. Diálogo que se entabla desde distintas prácticas y lecturas del mundo. La propuesta de aprendizaje requiere que interaccionen entre sí y con el sector de lo real que pretenden conocer.

Por esa práctica del diálogo, sostenida en una concepción del hombre, del conocimiento y del poder, se ha hablado de Pichon como “maestro socrático”. Ese diálogo iniciado en su tarea terapéutica –ya que el método clínico es dialogal– fue desarrollado y potenciado en el plano del aprendizaje. Esta caracterización de Pichon hace referencia al modelo de enseñanza de Sócrates: dialogar con el discípulo, y hacer emerger los conocimientos que el sujeto ignora que posee.

Pichon era un maestro socrático, como lo era Freire, en el sentido de promover el desarrollo del sujeto que aprende. Sosteniéndolo en su crecimiento y acompañando su búsqueda de saber. Según relata Platón la mayéutica de Sócrates, su “hacer parir el saber”, se sustentaría en un supuesto filosófico: el alma ha contemplado, en una vida anterior, el mundo de las esencias, del que nuestra realidad terrena no es sino reflejo. El conocer sería rememorar, reencontrar ideas previamente conocidas. Esta concepción se inscribe en el idealismo filosófico.

Por el contrario, en el caso de este diálogo que intercambia saberes, podríamos decir que nacen de la práctica que esos sujetos hayan tenido en su vida, del procesamiento de sus experiencias. Esto es, filosóficamente, materialismo.

Ese pensamiento materialista, expresado en el aprender, es compartido por Freire y Pichon Rivière. Desde la metáfora del aprendizaje como un parir conocimientos, podemos afirmar que el grupo es un instrumento “paridor” por excelencia, instrumento de alumbramiento. Lo es en tanto sostén de búsquedas y reflexiones, así como de dudas e incertidumbres. Aprender implica casi siempre algún nivel de crisis subjetiva. Cuando se ha logrado un grado de saber, tenemos las ideas más o menos estructuradas alrededor de ese tema. Pero el aprendizaje es un juego de equilibrios y desequilibrios en el que lo nuevo, lo no conocido se manifiesta. Esto tiene efectos: lo nuevo impacta en la organización previa, generando cierto grado de desestructuración y la consecuente necesidad de reorganizarse. Por esto caracterizamos al aprendizaje como una minicrisis, acontecer esperable del proceso.

Las crisis –sucesos tan temidos– son algo normal en la vida humana. En tanto sujetos históricos, en movimiento y cambio, somos sujetos de crisis. Lo que puede modificarse son las dimensiones y características de las crisis, las formas de transitarlas y sus modalidades de resolución. En cuanto a esta concepción del aprendizaje como crisis, insistimos en afirmar que el grupo alberga esa posibilidad del impacto de lo desconocido en lo conocido y la reorganización que implica. Aprender es conmoción y requiere modificación subjetiva.

El sostén recíproco es una de las funciones del grupo. El carácter de apoyatura que los grupos desempeñan en relación con los sujetos, nos permite caracterizarlos como herederos de la llamada “función materna”. Como estructuras relacionales de procesamiento y elaboración permiten el acceso al pensamiento. Este es uno de los aspectos que hacen a un grupo paridor del aprendizaje. También es alumbrador de saberes e instrumento decreación, porque en un grupo hay, necesariamente, diversidad de miradas. Tal diversidad es lo que produce la desestructuración y la recreación del objeto de conocimiento, del objeto de tarea. Este hecho es fundamento potencial de ese diálogo amplificado y sustentado en la práctica, en el co-pensar. En el diálogo circula el saber, se alterna la función de enseñar y la de aprender. Esta potencialidad del grupo, requiere hoy un trabajar y un trabajarse respecto de la diversidad.

Señalamos la necesidad de trabajarse respecto de la diversidad y su aceptación, porque hoy, desde las representaciones sociales –y por la hegemonía del mercado y sus leyes como institución social– se redefine el registro del otro, el que aparece muchas veces como rival a excluir o destruir. Esta precarización de la vida como rasgo del orden social produce alteraciones en los procesos de identificación, vivencias de vulnerabilidad y fragililización, de estar a merced de los acontecimientos. Se intensifica en los vínculos la dificultad para aceptar las diferencias, vividas como amenaza.

Esta situación, que desafía a los grupalistas, exige trabajo sobre las identificaciones, sobre una posibilidad de fortalecimiento del yo, de modo que los sujetos puedan reconocerse como semejantes y a la vez diferentes.

La profundización de la crisis social tiene en este sentido un efecto contradictorio: muchos se aíslan en su propio universo, pero a la vez crecen nuevamente movimientos de agrupación, identificaciones y encuentros, en la medida en que se descubren necesidades comunes. Este es un elemento central en las luchas sociales que hoy recorren nuestro país y que se dan en tantas partes del mundo.

Otro tema que comparten Freire y Pichon es la valorización de lo procesual en el aprendizaje. Respecto de Pichon diría que focaliza las vicisitudes de la relación del sujeto con el objeto de conocimiento. Hemos mencionado el concepto de obstáculo, el que sería un emergente posible del proceso del aprender. En el aprendizaje una tarea central es la resolución de la contradicción desconocimiento-conocimiento, contradicción particular de dicho proceso. Resolución que nunca es definitiva, que se da en ciertos planos y medidas. El conocimiento no sigue un derrotero lineal. Nuestro acercamiento al objeto de conocimiento tiene alternativas. Pero el aprender apunta a que crezca el polo del conocimiento y decrezca el polo del desconocimiento. Pichon, por su formación y a partir de su experiencia en el campo terapéutico, trabaja –como vimos– con la concepción de obstáculo, que consiste en una traba emocional inconsciente, operante en el contacto con el objeto de conocimiento. Alude a fantasías y montos de ansiedad emergentes, que se constituyen como obstáculo cuando se instaura un antagonismo entre el sujeto y el objeto. No se trata de un antagonismo real, sino fantaseado.

Esto nos remite nuevamente a la función del grupo como ámbito e instrumento del aprender.

Desde la comprensión de las vicisitudes del aprendizaje y de esta función grupal, surge la técnica de grupo operativo, como modalidad de trabajo que centra la interacción en la tarea, y apunta a elaborar la relación de los integrantes con su hacer, lo que a la vez implica trabajar la interacción. Uno de los fundamentos de la técnica de grupo operativo y su aplicación en el campo del aprendizaje es la comprensión de que el grupo puede resultar un sostén para el despliegue y análisis de las ansiedades que movilizan el aprender y el campo de conocimiento. El trabajar en el terreno de la formación de adultos me llevó a registrar no sólo la presencia del obstáculo, sino la operación de una estructura interna que se gesta en el desarrollo de nuestra vida, modificándose en distintas experiencias. Esa estructura se organiza a partir de una secuencia ininterrumpida de exigencias de aprendizaje, y a la que he llamado matrices de aprendizaje. Estas constituyen formas de concebir larealidad, el acto de aprender, las relaciones de poder en el aprendizaje. Se trata de algo menos puntual que el obstáculo y están profundamente enraizadas en la subjetividad. Las situaciones grupales son un instrumento apto para desplegarlas y visualizar sus aspectos modificables, así como los que pueden ser potenciados.

Retomaré, en torno de esta temática de la revalorización de lo procesual en el aprender que hacen ambos autores, la concepción de emergente al que hemos caracterizado ya como signo de un proceso. Un emergente es un hecho observable que tiene condiciones de producción. Esas condiciones no son inmediatamente registrables. Esto es: hay un observable y su existencia nos remite a indagar las condiciones de producción de ese hecho.

En el aprendizaje, los emergentes son tanto indicadores de logros como de puntos de necesidad, y por ello son orientadores del camino de tarea. Sobre esta concepción se sustenta lo que se llama “didáctica de emergentes”. Esta consiste en un diseño que se organiza desde los objetivos del aprendizaje, lo que debe ser logrado en una formación, a la vez que jerarquiza como elementos básicos del proceso, las necesidades, intereses e itinerarios que transita el sujeto del aprender.

Ese partir de la situación del sujeto que aprende es esencial en la pedagogía freiriana. Estamos ante otro punto de encuentro. La didáctica de emergentes requiere una logística, un relevamiento de datos y una operatoria destinada a estimular el desarrollo de recursos, visualizar obstáculos y redefinir posicionamientos ante el objeto de conocimiento. De allí que esta elaboración pichoniana se acerque a lo que Freire despliega en Pedagogía de la pregunta. Ambas concepciones concretizan algunas de las ideas a las que nos hemos referido: la unidad de enseñar y aprender, el protagonismo de los sujetos, y el carácter de eje organizador que adquiere en la interacción y el diálogo, el objeto del conocimiento. Algo nodal en estos educadores es su reconocer la práctica como fundamento y sentido del conocimiento. Si tuviera que sintetizar en unas palabras lo común entre Freire y Pichon diría: la práctica, y el protagonismo de los sujetos que conocen.

¿Por qué la práctica? ¿Qué lleva a la pregunta, a problematizarnos, a tropezar con nuestras limitaciones y a tratar de superarlas? La práctica, el hacer. La práctica es, entonces, lo que permite una interacción, una comunicación distante de las jerarquías del supuesto saber.

La práctica, cuando es valorizada, obliga a que los actores del proceso de aprendizaje se ubiquen en otras relaciones de poder, diferentes de las instituidas en el sistema educativo. Esta reubicación en cuanto al poder se funda en que la práctica nos da autoría, nos da autoridad –que deviene de la autoría– para interrogar la realidad desde distintos ángulos y poner en cuestión el propio saber, y el saber del otro. La práctica, y la teoría que en ella se sustenta y pone a prueba, es lo opuesto a lo que Freire llama el “relato del mundo” –que es una versión del mundo que se impone–. Es impensable el protagonismo compartido, la problematización auténtica, la unidad del enseñar y el aprender, sin el eje de la práctica. En cuanto la problemática de los roles y su interjuego en la relación de aprendizaje, señalaría la reflexión de Freire acerca del lugar del docente en el proceso del aprender. En textos como Pedagogía de la pregunta polemiza con la pedagogía institucionalista de Lapassade, aun cuando no lo haga en forma explícita. Para Freire es una negación obviar que el saber del docente es distinto del saber del alumno. Si bien todos poseemos saberes valiosos e importantes, y todos tenemos algo que aportar y enseñar; hay saberes específicos del docente, distintos del saber del alumno.

Resulta interesante esa polémica con un autor innovador como Lapassade, que ubica al docente en un lugar de pasividad. Freire sostiene: si bien el docente no tiene nada a imponer, eso no significa que no tenga nada aproponer. Para Pichon como para Freire, la función del docente no es pasiva. Y esta actividad se despliega desde distintas tareas. Pichon plantea un rol que, en un neologismo llama “copensor”. Co-pensar remite a la actitud y tarea de “aquel que piensa con otro”.

Desde ese co-pensar –nos referimos al docente o al coordinador de grupo–, sin negarse a sí mismo, ese sujeto está significando positivamente la actitud protagónica del otro. Pero ese enseñaje, si estamos en el lugar del profesor, o coordinador, no exime de orientar la información y la búsqueda a partir de los signos del aprender. Esto es muy claro en la obra de Freire. Estos aspectos de la función docente tocan las relaciones de poder. Modificar las relaciones de poder en el proceso de aprendizaje no es un hecho sin consecuencias, por el contrario, resulta muy complejo. Esto se da porque los modelos internos de poder son muy fuertes y han sido aprendidos en la familia, reforzados en la institución escolar, y permanentemente sostenidos en distintos escenarios de experiencia. Cuando se buscan modalidades protagónicas de aprendizaje, y el sujeto tiene que transitar de la dependencia a una desconocida autonomía, esto le exige una redefinición subjetiva, lo que también se le impone a quien tiene que acompañarlo en la tarea. Ambos están comprometidos en la redefinición de modelos de vínculo en una relación de conocimiento.

El posicionamiento del docente que piensa con y para el alumno, y no por el alumno, tiene implicancias en el proceso de aprendizaje. Por ejemplo, cambia lo comunicacional.

Pero para poder lograr eso con fluidez, hay que trabajar estructuras profundamente internalizadas. Son estructuras de poder operantes en lo definido como matrices de aprendizaje.

En esa interacción en la que hay otra circulación del saber y el poder se crean –y para eso hay que lograr disponibilidad interna– las condiciones para un diálogo múltiple.

En esas condiciones, ¿qué empieza a circular entre los sujetos implicados en ese aprendizaje? No sólo el objeto. Circula su experiencia, su vida, todo lo que englobamos con el concepto de práctica. Práctica que es el hacer de un sujeto con historia, en relaciones. Encontramos el concepto y la práctica de dialogicidad en la obra de Paulo Freire. ¿Cómo sería lo dialogal en Pichon? El trabaja lo dialogal como grupalista. Trata de convertir la supuesta situación grupal del sistema educativo, en una situación de encuentro real, a través de un dispositivo técnico: el de grupo operativo. Una modalidad de intervención y de organización destinadas a obtener un fin. Esta modalidad técnica se sustenta en el hecho que para Pichon los grupos tienen una operatividad que les es intrínseca, esencial, si son auténticamente grupos. Es decir, si están organizados desde necesidades comunes o complementarias, si hay proyecto y tarea compartidos, si hay internalización recíproca, si los articula un proceso de identificación. Si no se da esta condición grupal, y domina la fragmentación, si son seudogrupos, la operatividad está en crisis. Con esto estamos afirmando que lo que define a un grupo como tal es que se dé entre los participantes de esa situación la identificación en una tarea, la interacción, la existencia de la internalización recíproca. Al hablar de internalización nos referimos al proceso psicológico por el cual cada integrante inscribe a los otros, a la red interaccional de la que participa, en su mundo interno. Así se configura un entramado relacional visible sólo por sus efectos, pero profundamente articulador.

Como lo hemos mencionado, para Pichon, un rasgo que convierte al grupo en instrumento de creación, es la multiplicidad de miradas, historias y experiencias que convergen en el trabajo.

La heterogeneidad propia de los seres humanos se hace manifiesta en la situación grupal, aunque haya búsquedas y objetivos que puedan ser puestosen común. Insistimos: si lo común y lo heterogéneo pueden operativizarse, se potencia la creatividad. Esto no se da sin confrontación y conflicto, pero también resulta en la apertura de caminos inesperados y nuevas alternativas. Rescatamos el valor de la confrontación y la polémica en el proceso de aprendizaje, en la medida que estemos trabajando desde la práctica, la libertad de las ideas y poniendo en juego ese criterio de verdad que es la prueba de la práctica, del hacer. Esto contribuye a la comprensión de las complejidades que enfrentamos en el aprender, rompiendo con la visión empobrecida que da la unilateralidad en el pensamiento.

Otro de los signos que marcan el pensamiento de Freire y de Pichon es el reconocimiento, el respeto y la tolerancia hacia el carácter asistemático de la producción colectiva. Este incorporar al proceso de aprendizaje lo asistemático, sin negar la posibilidad de sistematizarlo en otro momento, es otro de los grandes aportes de ambos autores. Esta actitud no surge de su desinterés por un punto de llegada en la tarea, sino porque ambos reconocen que el proceso de conocimiento tiene ritmos, tiempos y caminos que son personales. Estas particularidades subjetivas, en general, no son respetadas en el sistema educativo en el que imperan la ilusión y el valor de la homogeneidad. Insisto en que se trata de un valor hegemónico y a la vez un hecho ilusorio, pero que toma visos de realidad al acallarse las diferencias.

La absolutización de la homogeneidad en el sistema educativo facilita ciertas formas de las relaciones de poder. Educa para reproducción y la pasividad.

Lo asistemático está entrelazado con el protagonismo, con la presencia de lo histórico-personal, los rasgos subjetivos, las particularidades culturales. Por tanto, la valoración de lo heterogéneo y su consecuencia en la modalidad de la producción y el intercambio, no podía ser sino un rasgo común en el pensamiento de dos autores con una visión integrada del sujeto que aprende, en su historicidad, su emocionalidad, sus formas de hacer y pensar, y la incidencia de estos factores en el conocimiento. Ambas concepciones abren paso, en su modalidad operativa, para que en el proceso de aprender se desplieguen y analicen las significaciones individuales, familiares y sociales que se dan en ese hecho, y la forma en que esas significaciones trabajan en la interioridad del sujeto.

Esto insiste en remitirnos a la intensidad afectiva que se da en el acto de conocimiento, a la vez que subraya algo permanentemente planteado: el docente y el grupo constituyen un necesitado sostén de esa relación de aprendizaje, que tanta carga emocional e histórica tiene para cada uno de nosotros.

Queda entonces instalada otra cuestión, que nos involucra como docentes: ¿cómo construimos, en un acontecer compartido con los protagonistas de ese proceso, una actitud de aprendizaje? ¿Cómo nos construimos como sujetos del conocimiento? Esta concepción del aprender que recorre tanto el pensamiento de Pichon como el de Freire, resulta particularmente desafiante para quienes somos docentes o queremos serlo. Nos proponemos una tarea con otro en una actitud pedagógica profundamente intrincada con una actitud psicológica. Hemos señalado la existencia de obstáculos en el aprender, y la necesidad de su trabajo. Esto requiere que los primeros obstáculos a trabajar sean los nuestros, así como que intentemos visualizar nuestros modelos de aprendizaje y vínculo, en búsqueda de su nueva elaboración. Una cuestión central en nuestro posicionamiento, en el trabajo de nuestra identidad docente, es desplegar la posibilidad real de aprender de otro y con otro, problematizarnos y desarrollar una escucha que es fundamento de la dialogicidad.

¿Cómo se trabaja el educador? Una necesidad permanente es la actualización de contenidos, el movilizar nuestros saberes, lo que seconsigue en la práctica continua, el estudio y la relación con otros que interrogan y se interrogan.

El campo de conocimiento en tanto complejo y cambiante nos plantea esta exigencia.

A la vez nos encontramos con ese campo de conocimiento en la interioridad de relaciones histórico-sociales concretas, en situaciones institucionales y en circunstancias personales que inciden en nuestra relación con dicho campo y en la interacción de quienes compartimos la tarea.

También nos encontramos con otros que tienen esa cualidad de “lo otro”, que nos muestran modalidades de pensamiento, sentimiento y acción diversas a las nuestras, y diversas entre sí. Hemos hecho un planteo respecto de la problemática de los grupos en torno de la aceptación o el rechazo de las diferencias: ¿cómo nos posicionamos los docentes? ¿Cómo albergamos o rechazamos la diversidad? Querría dejar abierta otra pregunta: ¿Cómo nos situamos en ese socio-histórico que es escenario del aprender? Si el aprendizaje implica cierta crisis, ¿cómo aprender y acompañar el aprendizaje de otros, en un período de crisis social que se convierte en crisis subjetiva? Eso requiere de parte nuestra, capacidad de continencia, aun en nuestra vulnerabilidad. Este es uno de los desafíos que hoy marcan la tarea docente, ya que estamos tan impactados por el acontecer socio-histórico como el que está compartiendo con nosotros el espacio de aprendizaje. Esto conduce, una vez más, a la necesidad de operativizar la unidad del enseñar y el aprender, con pertinencia, con posibilidad de un vínculo maduro, de identificación y discriminación. Requiere la reciprocidad del sostén.

Formarnos como educadores es un trabajo permanente, tanto de lo que es investigar en un proceso de aprendizaje como de los contenidos y el conocimiento de lo grupal, a la vez que exige una elaboración personal, de actitudes. Todo esto, explícita o implícitamente, estuvo siempre presente, en el pensamiento y en la práctica, de Freire y de Pichon. Y por eso ellos resultan modelos identificatorios para los que estamos en este camino. No querría cerrar esta exposición parcial de lo que comparten Freire y Pichon sin mencionar el lugar que ambos le dan a la esperanza.

 

“Esperanza activa, que no es pura espera, pues si no sería una esperanza vana, sería pasividad, sería ilusión, dependencia, sería antagónica con el protagonismo. Esta es la esperanza que está ligada a sostener un sueño, y la posibilidad de ese sueño, a los ideales. Esperanza que puede implicar alegría, o también indignación.” Hasta aquí he mencionado y parafraseado algunas anotaciones de Freire acerca de la esperanza.

Pichon es un sostenedor del tema del proyecto. Articula salud mental con proyecto. Relaciona el desarrollo subjetivo y social con la elaboración de proyectos. El que hoy la Organización Mundial de la Salud informe que una de las causas de patología mental creciente en el mundo se expresa y sustenta en la ausencia de proyectos, le daría la razón a Pichon. Este carácter patogénico de una ausencia de proyecto en la que convergen la posmodernidad y la llamada globalización parecen dar razón a este terapeuta que le otorgó tanta importancia a la temática de la pérdida, del vacío, ligada a lo que hoy se denomina “patologías de la destrucción”.

Estaría planteada una conmocionante alternativa: la depresión y el vacío, por un lado; y por el otro, el proyecto como salida vital.

Pichon en una carta, que era un collage, me decía: “Para sobrevivir, planificar la esperanza, remedio para melancólicos”.

Es decir, elaborar un proyecto y sostenerlo. El coraje es otro rasgo que comparten Freire y Pichon. Coraje para sostener sus proyectos fuera cual fuere el precio que ambos, de distinta manera, debieron pagar. Y ambos fueron maestros de esperanza. Desde esta concepción del proyecto y laesperanza reflexionemos acerca de que el escepticismo y la desesperanza son hoy una enorme fuente de sufrimiento para millones de personas en el mundo. Pero son también, básicamente, una estrategia de poder. Una estrategia de parálisis y desencanto, que lleva a los sujetos a encerrarse en sí mismos, a pensar que la propia piel y los propios pensamientos son el mejor refugio ante la hostilidad del mundo.

Esto, en política, lleva a la desmovilización. Los que hoy se movilizan, social y políticamente, están indignados, pero luchan por la dignidad. ¿Están desesperados? Creo que no se ha agotado su paciencia, y han redefinido su autopercepción, la que quizá los llevó, en algún momento, a la desesperación. Son los que hoy desarrollan la capacidad para la rebeldía, que incluye un proyecto, que no es un movimiento a ciegas, que no se trata, como dicen algunos autores, de “cuerpos en acto, sin narrativa ni pensamiento”. Esa capacidad de rebeldía es necesaria ante un destino que quiere imponérsenos como irreversible, en tanto se sostiene el mito de que éste es el único orden posible, el único mundo posible.

Me refiero a los que hoy, en un sistema de opresión, luchan desde la dignidad, y vislumbran esperanzas aun en el dolor. Luchan desde la dignidad, no sólo por la dignidad; y desde una forma de esperanza que, como diría Freire, no es pura espera. Es esperanza que tiene que planificarse en un proyecto.

Por todo esto, diría para cerrar esta charla que tanto Freire como Pichon Rivière tuvieron conciencia de la dimensión política de su hacer.

 

Subjetividad y Cambio Social

Subjetividad y Cambio Social

Entrevista a Ana P. De Quiroga


¿Cómo analizás los cambios producidos en la subjetividad en las últimas décadas?

En primera instancia, quiero establecer desde qué concepción abordamos este análisis. Es una concepción, que planteara Pichon-Rivière, y que en la actualidad continuamos desarrollando en la Escuela que él fundara. Desde este pensamiento caracterizamos al campo de problemáticas de la Psicología Social, como la indagación de la compleja dialéctica que -en un orden social concreto- se despliega entre relaciones sociales y subjetividad. La Psicología Social, al investigar el nexo dialéctico y fundante entre el orden sociohistórico y la génesis y el desarrollo del sujeto, nos lleva a estudiar las relaciones sociales que gestan ese orden, el lugar que los hombres ocupan en ellas, las instituciones y prácticas que expresan esas relaciones y emergen de las mismas, así como los sistemas de representación que los recorren. Esta indagación se realiza en función de conocer cómo opera esa complejidad en lo subjetivo. El análisis de esas mediaciones entre los procesos psíquicos y el universo social e histórico, es realizado desde una concepción de sujeto, y un consecuente criterio de salud. Me interesa también establecer que las últimas décadas están marcadas por el establecimiento de un "nuevo orden mundial", en el marco de la caída de la Unión Soviética y de la globalización capitalista, que surge con un mensaje muy triunfalista, que es el del "fin de la historia". Tanto el conjunto de los hechos en su materialidad, como los discursos, van configurando la subjetividad. Ese "nuevo orden", que plantea el "fin de la historia" como un aplanamiento de los conflictos, y la "democracia liberal" como la culminación de la evolución ideológica del hombre, propone un cierto paraíso posible; cuando la realidad es muy otra: se va acercando al infierno. El discurso del fin de la historia, fundamenta un entramado de discursos que lo acompañan y desde distintos lugares lo refuerzan; me refiero al de la globalización, el fin del trabajo, el horror económico; desplegando lo que planteara aquel inicial acerca del último hombre y la culminación de su evolución ideológica, lo que conduciría al aplanamiento de los conflictos. Todos ellos convergen en un planteo impotentizante que en forma a veces seductora o a veces contundente, emiten un mensaje claramente adaptacionista. Junto con estos discursos, que tienen como eje la exaltación de lo liberal, hay un supuesto axioma tecnológico, que dice que esto nos pasa por el desarrollo de la tecnología. Que por lo tanto este proceso es irreversible, o volvemos a la Edad de Piedra: es un falso dilema y es una inversión claramente ideológica. Porque la tecnología es un producto humano. Una de las características del trabajo humano es el ser creador de tecnologías. En el "nuevo orden mundial", al generarse nuevamente un único mercado capitalista, éste se impone como institución central de la sociedad, lo que da lugar a la emergencia de hechos y valores que inducen y naturalizan el relacionarse con los otros como rivales a excluir o a destruir. Esa idea, ese valor individualista, ese "hacé la tuya", se va a encontrar y va a ser potenciado por la concepción posmoderna y el discurso de una sociedad "abierta y plural", de la "realización personal" como máxima aspiración del ser humano. La posmodernidad le entrega al neoliberalismo una concepción del hombre y de la vida social muy embellecida.

Durante los primeros años de esta década y los últimos de la anterior, este "nuevo orden" es una oferta que muchos compran ideológicamente. Es, lógicamente, una realidad que se impone desde los centros de poder. Porque no vamos a decir que es sólo producto de un trabajo ideológico. Es fundamentalmente la realidad del mercado mundial unificado, de la concentración cada vez mayor de riquezas, de poder. Nosotros observamos un fenómeno que se da en el campo de la grupalidad. En la década del noventa comenzamos a observar intensas fracturas en las identificaciones, en el poder vivir o encontrarse en el otro como semejante y diferente, en la aceptación de la diferencia: en ese momento se dificulta el encuentro, el contacto y la aceptación del otro. Esto no ocurrió con esa intensidad en el período de la dictadura. ¿Por qué? Porque estaba identificado el enemigo afuera. No voy a decir que no había dentro del campo grupal temor y sospecha de quién era el otro, pero a la vez había un movimiento de solidaridad muy claro.

En ese inicio de la década, empieza a haber una instancia donde cada sujeto quedaba más encerrado en su universo, lo cual es coherente en esta institución dominante del mercado. En esta resignificación del otro ya no como prójimo, cercano, próximo, con el que me identifico, en el que me encuentro como semejante, éste aparece como un extraño, rival a excluir o a destruir, por esta institución central del mercado. Este proceso psicológico y esta configuración de subjetividad, esta subjetividad aislada, supuestamente autosuficiente, que se apoya en sí misma, refuerza las llamadas "patologías del narcisismo". En realidad, hay una gran fragilidad del yo, en este caso. Una gran fragilidad del sujeto que despliega esta forma de vivir. ¿Por qué? Porque el ser humano, desde el momento del nacer en adelante, necesita apoyo. Somos seres de vínculos, de relación con otro, en relación con otro, y por esa relación con otro. El ser humano va necesitando esa situación de apoyo, así como el bebé la necesita de una manera casi total al nacer. La necesidad de apoyo y continencia recíproca se mantiene a lo largo de toda la vida. Y los otros, los vínculos, los grupos, las organizaciones, ocupan ese espacio que en el inicio de la vida ocupa la madre, la familia, etc. Este cambio en las relaciones implica un gran costo y un gran sufrimiento. Uno lo que puede ver ahí es una contradicción muy fuerte entre la esperanza de encontrar a un semejante que contenga y refleje, y un escepticismo profundo en los vínculos, así como un mayor escepticismo social. Hablamos en consecuencia de la fragmentación social, de la fragilidad de los sujetos. La desconfianza en el otro es también desconfianza en sí mismo. Por eso este encierro. En las sociedades que fomentan la carencia, hay un movimiento de encierro dentro de sí, en los propios pensamientos, en los propios recursos, a pesar de que esos recursos están debilitados. Éste fue un movimiento generado por situaciones objetivas y por trabajo ideológico, por trabajo de discurso, por inducción. Se relaciona con la gran expansión de este nuevo orden mundial. Expansión que aparentemente crece sin cesar, hasta la 'crisis del tequila'. A pesar de que en el medio se desarrolla, como mentís al aplanamiento de los conflictos, la Guerra de Golfo. Pero esto ahora está cambiando. Yo haría un corte alrededor del 95, más o menos. Michael Savas dice sobre la globalización, citando a Charles Dickens, "los últimos años del siglo, han sido los peores años y los mejores años". Él dice: "fue el mejor de los tiempos, fue el peor de los tiempos".... "El mejor para las clases dominantes en la primera etapa de la década, que creyeron en la victoria completa del fin de la historia; la segunda etapa, está siendo el peor de los tiempos. Porque ha entrado una crisis gravísima en el sistema capitalista y un nuevo ascenso de las luchas." Así como los primeros cinco años de la década fueron los peores para los seres más desposeídos en el Tercer Mundo, los millones de desempleados, los ghettos o bolsones de pobreza en la ciudad, las guerras, Savas marca una cuestión interesante para ver cómo se agudizan las contradicciones en este momento. Dice: "El mismo día que nace el Nafta, nace el zapatismo. Los tigres asiáticos, que parecía que se devoraban al mundo, se derrumban generando una gran rebelión, etc.".

Yo hago estas referencias políticas, que por ahí parecen algo distantes de la Psicología Social, pero que para nosotros, para nuestra corriente de pensamiento, no son en absoluto distantes. Porque éstas son condiciones objetivas, que tienen que ver con posibilidades de desarrollo de la subjetividad. Pero a la vez son condiciones donde la subjetividad tiene un lugar protagónico. En esta situación, toda la propuesta desde lo hegemónico es identificarse con la empresa, ir generando una alienación y un falso self, porque uno es responsable ya no sólo de que salga bien el producto, cosa que es sensata, sino de la retención del cliente; es decir, que vuelva a comprar el mismo auto, como está estipulado en alguno de los convenios de las automotrices. Todo eso tiende a generar una nueva forma de alienación.

¿Qué mecanismos refuerzan la alienación?

Hablamos de un terror de inexistencia, antes mencionábamos la fragilidad del yo. Ambos sentimientos se complementan. Ese yo fragilizado teme quedar fuera de cualquier sostén o pertenencia, lo aterra perder su lugar. Porque objetivamente hay pérdidas de lugar en el mundo, desplazamientos y hundimientos. Se registra el riesgo de la pérdida de significatividad, no significar nada para el otro. Eso se identifica con el sentimiento de no existir. Y esto ¿por qué? Son los otros, es el mundo social el que te otorga existencia. Una de las cosas que ha generado este nuevo orden mundial, en todos sus mensajes y en su forma de organización de la experiencia, es un mandato de adaptacionismo. La idea de irreversibilidad es: o te adaptás o desaparecés. Entonces, el mecanismo de la alienación es la identificación con el agresor. Son los que asumen los ideales del nuevo orden, los que creen en ese mensaje, a costa de negar sus propias necesidades. Ese fenómeno se llama "sobreadaptación". Es la negación de las propias necesidades, la negación de sí mismo, la falsa identidad, el asumir la identidad que el opresor le otorga, el que no es visto como opresor, sino que el otro se identifica y se fusiona con él. Este mecanismo fue estudiado por Reich para entender el nazismo. Cuando la conducta de sometimiento se convierte en conducta espontánea y se asume como deseo propio. Esto sería lo que se fue llegando a producir, porque no ocultemos que la globalización la compró, activamente, muchísima gente, en el mundo y en nuestro país.

Esto actúa en las representaciones políticas...

Exactamente. Hubo un consenso. Entonces, en la medida en que se fue desenmascarando que no había soluciones, hubo respuestas diferenciadas. Se habla mucho de un "nuevo sujeto histórico social" vinculado a la supuesta desaparición de la clase obrera y la pérdida de su rol protagónico en la sociedad. Creo que esto no es así. Hay que analizar cómo empezaron las actuales respuestas sociales, en contradicción a los mandatos de sometimiento y aceptación. Es notorio que empiezan por el hambre. Pero que en ellas se da un rescate y recreación de formas de lucha y el afianzamiento de su identidad como trabajadores. Esto se enlaza con lo que hoy es un tema central: la dignidad. He podido observar esto en mis contactos con los piqueteros, con las organizaciones de trabajadores desocupados. El mecanismo básico de la alienación es siempre el mismo; consiste en el desconocimiento de sí y de la propia producción, así como de las relaciones en las que se está inmerso y en no poder discriminar lo que son relaciones entre personas, asumiéndolas como relaciones entre cosas. Ese mundo de objetos aparece como todopoderoso y el trabajo y el sujeto que los produce, desposeído de todo valor y poder... Esto fue definido por Marx hace más de 150 años. Dentro de ese hecho general, observamos como mecanismos de alienación hoy, asumir como propio deseo este orden, sometiéndose a él, reconociéndolo como dador de existencia, como lo único posible. El sometimiento no es vivido como tal, y esto es una prueba más del empobrecimiento de la capacidad crítica, de simbolización, de comprensión y elaboración. Como el sujeto alienado no puede conectarse consigo mismo, aparecen como una sintomatología muy fuerte las grandes implosiones psicosomáticas. Ésta es una de las cuestiones. O las explosiones de violencia sin sentido, las que no podemos explicar ni por la pobreza, ni es una violencia de lucha por determinados objetivos. Son esas explosiones terribles de violencia que a veces ocurren en sujetos o en pequeños grupos. Serían expresiones de aquello que no puede ser elaborado y simbolizado. Éstas son expresiones de la alienación. Pero juntamente con estas expresiones y con la instalación de un nuevo orden que ha entrado en profundísima crisis y que no puede cumplir ninguna de las promesas con las que el discurso triunfalista de Fukuyama lo presentó, empieza una lucha que arranca desde el hambre. Y aparece el rescate y la recreación de la organización. Porque no es una organización igual. Está recreada. No ha salido de la nada, no es inventada, no es sacada de la galera, sino recreada. Y surgen las identificaciones y los lazos solidarios estables. Porque durante todo este período anterior aparecían luchas y lazos solidarios, pero eran efímeros. Se desarmaban. Ahora empiezan nuevamente a estabilizarse ciertos lazos solidarios, con trabajo de vínculos y, en consecuencia, con transformación subjetiva y de las unidades sociales. Es decir, con transformación de los grupos, de las entidades barriales. Hay nuevamente un impacto en la organización y en los roles familiares, lo que es todo un tema para analizar e investigar. Van apareciendo, ésta es una de las cosas que para nosotros es más apasionante, diseños innovadores que rescatando la historia, no haciendo un corte con la historia, lo cual tiene mucho que ver con el fortalecimiento de la identidad, articulan lo personal, lo familiar, el barrio o la zona y el ámbito laboral. Esto va sacando a los sujetos que han caído en depresión y parálisis, de esa depresión y de esa parálisis, porque se pueden sostener en ese movimiento. A la vez, estos movimientos nuevos generan crisis de crecimiento en el sujeto y en la familia.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, el movimiento de las Mujeres Agrarias en Lucha. Genera una reorganización de los roles en la familia. Una de las generadoras de este movimiento contaba que una vez llegó a su casa, y tenía las puertas cerradas por su propio marido. Habían hecho crisis los roles tradicionales de la familia. Lo mismo ocurre con las mesas de trabajadores desocupados, donde las mujeres están participando activamente y el trabajador desocupado es el hombre, que ve negado en principio su condición de productor, de proveedor, etc., su identidad. Muchas veces hay situaciones de violencia, hasta que ese hombre puede llegar a entender esa transformación familiar. Es importante, escuchando los comentarios de los que integran hoy el Movimiento de Trabajadores Desocupados(1), cuando dicen: "cuando a uno lo echan de su trabajo se deprime y lo primero que pierde son las ganas". Entonces ese hombre que llegaba y hacía algún arreglo en la casa, o pintaba una verja, ahora está tirado en la cama, y pelea con su mujer que sale a trabajar y a luchar. Luego se va redefiniendo el vínculo, hasta que él puede aceptar el situacional liderazgo de su mujer en ese momento, o en esa estructura familiar. También es importante tener en cuenta quiénes protagonizan esto. Para no renunciar, como se ha planteado tanto desde las ciencias sociales, a la categoría de clase social, y al rol de las clases en los movimientos sociales. Porque en los sectores medios, no es que no haya formas organizativas nuevas, pero hay una dominancia de identificación con el modelo, aunque en este momento hay bastantes críticas. Están mucho más atrapados en el escepticismo. Los obreros, los trabajadores y los sectores más carenciados, hacen este proceso o mueren. Como siempre están al borde, la solidaridad es un valor mucho más articulado con la identidad. En ese sentido, me parece que estas nuevas formas de lucha, tienen que ver con un concepto que desarrolla Josefina Racedo, la idea de "identidad en lucha".

¿Qué quiere decir?

Se refiere a la construcción social de la identidad de los argentinos, por ejemplo, en lucha con la modalidad hegemónica de identidad, que siempre te están imponiendo los sectores dominantes. Hoy se discute mucho el concepto de identidad. Si existe la identidad o sólo existe la subjetividad. Pero todo eso es también un discurso que tiende a imponer un determinado modelo de "ser" y de percibirse a sí mismos. ¿Qué fue fundamental, por ejemplo, para los desocupados? Rescatar su identidad de trabajadores, aunque no estén trabajando, y definirse como "trabajadores desocupados". Es en ellos donde veo un diseño muy interesante de prevención y de asistencia, que desde el punto de vista psicológico es sumamente importante.

En esa lucha se van a adquirir, desarrollar y resignificar aspectos subjetivos que hacen a lo psíquico, a modalidades de agruparse, de relacionarse consigo mismo y con el otro, es decir, los mecanismos que serían antagónicos a los de la alienación. Y estos procesos subjetivos no son ajenos sino simultáneos con un proceso social de construcción de una identidad social. Esto me parece importante, porque es el punto de vista de la psicología social: el juego permanente de lo personal y de lo social, de lo subjetivo y del orden socio-histórico.

¿Cómo entendés que se desarrollan estos procesos desde el punto de vista generacional?

Yo creo que la experiencia de HIJOS, por ejemplo, es paradigmática. Pareciera ser que en ellos, en particular, por esta cuestión de la identidad arrebatada, -más que perdida-, sería más fuerte la búsqueda del modelo de sus padres.

Yo estaba pensando también en una cuestión generacional que se dio en Ledesma, cuando se hicieron en el 97 los cortes de ruta. Hay una situación especial de los jóvenes, sobre todo de cierto sector social, que salen del sistema educativo, y en general salen bastante antes de lo que debieran salir y no pueden ingresar al sistema productivo. Son poblaciones en riesgo. Son los chicos que generalmente están en la plaza tomando cerveza, que de vez en cuando se afanan algo, que están por esa situación de riesgo en el borde de la normativa, o en la transgresión de lo que son las expectativas de sus padres. En la población de Ledesma, esos chicos eran mal vistos. Pero esos grupos son los primeros que se organizan cuando llega la Gendarmería. Y ahí hay un tema muy interesante. Cuando se lucha en la búsqueda de la identidad y del propio lugar en el mundo, cuando se empiezan a resignificar experiencias y se sale de la alienación, aparece la posibilidad de pensar, de la simbolización y la capacidad para desarrollar estrategias. Una de las cosas que a mí me parece un signo de capacidad elaborativa, de simbolización y de análisis; es que en un pueblo donde todo el mundo tiene armas, -porque en los pueblos del interior todo el mundo tiene armas-, a nadie se le ocurrió sacar un arma porque sabían que si llegaban a sacar un arma o a pegar un tiro, los masacraban. Entonces esos chicos, con baldes, organizaron una especie de ejército con objetos no bélicos. Organizaron la defensa y la imposibilidad del ingreso al centro del pueblo, y ocuparon un lugar. A partir de esa experiencia, hubo una resignificación de su lugar social, porque con sus propios métodos, demostraron que también tenían pertenencia, y que esa cierta marginalidad transgresora no era elegida por ellos, sino que tenía que ver con una expulsión instalada socialmente, que su familia tampoco podía revertir y que sólo se puede revertir en una lucha social.

¿Cómo actúan las clases dominantes para promover la fragmentación?

Ahí vuelvo a la idea de la institución fundamental del mercado. La idea de que el otro es riesgoso, por ejemplo. Es cierto que hay una situación de violencia y de inseguridad social, pero hay un manejo de los medios que tiende a ahondar la idea de que el otro es peligroso. Allí tenés una base de fragmentación. Hay otra cuestión alrededor del tema de las diferencias. El que es diferente, también es peligroso. Por lo tanto, o somos idénticos y creamos un subgrupo de idénticos, que va a confrontarse con otros subgrupo de otros idénticos entre sí, del que nosotros somos diferentes. Éste es un fenómeno de fragmentación, que sería en una parte generado por las características de las instituciones dominantes, y por el otro, como defensa y búsqueda de apoyo frente a lo más temido, que es el quedarse a solas, el quedar fragmentado. Porque uno está fragmentado también, en tanto no tiene apoyaturas. Si uno es para cada otro alguien a excluir o a destruir, tiene que establecer algún tipo de articulación.

Esto también refuerza las posiciones dogmáticas o sectarias en algunos grupos...

Hay algo que la psicología social yanqui estudió hace bastante que son las pandillas. ¿Qué características tiene la pandilla? La pandilla es un grupo fusionado, violento. Puede no ser violento en la acción, pero es violento en el pensamiento, o en la cerrazón, en la falta de apertura hacia otros, en el fundamentalismo en última instancia. Porque está sustentado en la fragilidad del yo y en el empobrecimiento del yo de los integrantes. No son grupos que favorecen el desarrollo de sus integrantes. La pertenencia no da lugar al crecimiento. Hay grupos que permiten el crecimiento. Son éstos que están marcando como un nuevo rumbo posible de rescate y de innovación. Pero también existe este otro tipo de grupos, que vemos permanentemente, con enfrentamientos, que tienen que ver con esta situación de inmensa fragilidad personal y la necesidad de un apoyo fusional y una definición del otro como contrario. Ese doble juego es el que le daría cierto grado de cohesión interna, porque lo más temido por cada sujeto, es el vacío y la fragmentación interna.

Esta fragilidad interna es consecuencia también del terrorismo de Estado...

Absolutamente, hay una situación que es común a la crisis económica y al terrorismo de estado y la represión, que es cuando uno se siente aislado y aterrado, a merced de los acontecimientos. Tanto en un caso como en el otro hay horizonte de amenaza. La vida de todos está precarizada. En el terrorismo de Estado, había gente que ante el discurso del "en algo andarían", se adherían a él. Eso les daba tranquilidad, los desculpabilizaba y a la vez les proporcionaba un argumento para explicar lo siniestro... Se defendían así de la idea de que todos estábamos a merced de esa situación. Estableciendo una fisura en la sociedad: ellos son los culpables, nosotros somos los inocentes.

En el tema de la desocupación, ese mecanismo no puede funcionar. Porque cualquiera, por las características de lo que se ha dado, puede ser atacado. Desde el gerente de la empresa más importante en adelante, puede ser golpeado por la expulsión de la producción.

En nuestro país, este sentimiento de vulnerabilidad y de estar a merced, es doblemente potenciado, en relación a vivencias en otros países. Por ejemplo, trabajando en grupos en México, encuentro esta situación más ligada al aquí y ahora, aunque también a la impunidad política del PRI. Pero no es lo mismo la impunidad del PRI, que el genocidio que nosotros tenemos en nuestras espaldas. Y esto no va a modificarse, porque no están dadas las condiciones sociales para la elaboración del duelo de lo que ocurrió en Argentina.

¿Por qué?

Por la impunidad. Porque hay una Ley de Punto Final, una Ley de Obediencia Debida y los decretos de indulto. Esto cierra lo que pudo abrirse en algún momento como espacio social de elaboración... Nosotros sabemos quiénes fueron los desaparecidos. Mientras no sepamos, como dicen las Madres, quiénes fueron los desaparecedores, y por qué y cuál fue el destino de los desaparecidos, no hay condiciones de elaboración.

Hay una zona oscura y esa zona oscura mantiene abierto permanentemente un detonante a la vivencia de pánico, a la vivencia de estar a merced y al escepticismo social. Lo que hacen los HIJOS con los escraches, es una cosa fundamental, porque indica a los responsables, están empezando a identificar quién es el responsable. Es un mecanismo de elaboración social.

¿Cuáles son los aspectos convergentes del pensamiento de Pichon-Rivière y de Paulo Freire ?

Pichon-Rivière hace una reflexión desde un camino. Su punto de partida es la indagación sobre la enfermedad mental. Desde reflexionar qué significa la enfermedad mental como trastorno del aprendizaje, pasa a comprender qué sucede con el proceso de aprendizaje. Y allí entra toda una problemática que, en lo que hace a la salud como en lo que hace a la educación, -en el común denominador del aprendizaje- es un problema político. El aprendizaje es un problema político, el conocimiento es un problema político, porque lo que nos constituye a nosotros como sujetos cognoscentes, es el ser sujetos de una praxis. Y las limitaciones a esta posibilidad de ser sujeto cognoscente, están fundamentalmente marcadas por el orden social. Ese orden social se internaliza y se transforma en un obstáculo interno o en una posibilidad interna, porque el orden social puede ser facilitador u obstaculizador.

¿Por qué este orden social está dentro nuestro internalizado y generando modelos internos del aprender, generando un modo de encuentro entre el sujeto y el mundo? Creo que en la respuesta a esta pregunta, convergen las dos teorías. Todo sistema de relaciones sociales necesita, para garantizar su continuidad y desarrollo, generar el tipo de sujeto apto para reproducirlo, con formas de sensibilidad, métodos de pensamiento, modelos conceptuales, formas de conciencia, que puedan llevar adelante esas relaciones sociales. Creo que el método grupal que plantea Pichon-Rivière apunta a ofrecer una posibilidad de confrontación de los modelos internos del aprender y una posibilidad de continencia y elaboración de la movilización profunda que implica cuestionar nuestra identidad como sujetos cognoscentes. Creo que tanto el pensamiento de Paulo como el pensamiento de Pichon-Rivière son, en esta Latinoamérica, en estos países subdesarrollados, un reclamo a que las formas de encuentro entre sujeto y realidad sean más libres, más abiertas, más creativas. A que nos asumamos, con todas nuestras posibilidades, como sujetos cognoscentes. Nosotros cuando conocemos algo, no sólo nos estamos encontrando con la realidad, sino que estamos poniendo en juego un sistema de representaciones que da cuenta de quiénes somos nosotros aprendiendo, que afirma que esa realidad es cognoscible o incognoscible, que dice si nuestra palabra tiene lugar o no tiene lugar, si tiene lugar la palabra del otro solamente y no la nuestra. Por ejemplo, nuestros sistemas educativos están impregnados por una identificación del criterio de autoridad con el criterio de verdad. Ambas teorías son una ruptura de esa falacia, que no es casual, que está totalmente al servicio de las relaciones sociales de explotación y de dominación. ¿Qué lugar tiene la necesidad del sujeto en ambas teorías? Todo el lugar. Lo que se trata es de romper la enajenación sistemática que como sujetos del conocimiento nos plantea el sistema educativo en el que estamos inmersos y más aún, el sistema de relaciones sociales en el que estamos inmersos.

¿Cuáles son los desafíos de los intelectuales?

Creo que la estrategia de poder que es el escepticismo ha golpeado profundamente a los intelectuales. Uno de los desafíos es recuperar las áreas de elaboración perdidas en este escepticismo social. Por ejemplo, acá emergió un "nuevo orden" por la desestructuración de un orden anterior. No se ha hecho un análisis suficientemente riguroso de un período de la historia que protagonizaron millones de seres humanos, y que le cambió la cara al mundo. Así como se clausuraron etapas y pensamientos, se impusieron, por ejemplo, los nuevos paradigmas. Ésta también es, a mi juicio, una imposición fundamentalista, que toma concepciones que, de nuevas, algunas no tienen nada, o tienen como 2500 años, como la idea de la complejidad. Cierran a su vez cualquier tipo de pensamiento que hable de la dialéctica, o que quiera pensar en movimiento o en el cambio social. Creo que la posmodernidad es fundamentalista, a pesar de que aparece como su negación. Es ejercida de manera fundamentalista. Esto desde un escepticismo y una pérdida de referentes que nos golpeó muy duramente y nos dejó muy paralizados. Yo creo que el desafío es recuperar la capacidad de pensar autónomamente. Rescatar la historia, repensarla, criticarla, analizarla, y trabajar con los recursos teóricos y con la práctica que podamos desarrollar. Yo diría en este momento, por ejemplo, trabajar en las nuevas formas organizativas, en las nuevas formas de pensamiento que se están desarrollando, desde sectores que no son necesariamente los intelectuales, que son nuevas, que son innovadoras, pero que no cortan con la historia, sino que la rescatan y redefinen. Nosotros tenemos que juntar nuestra práctica con ellos, aprender y aportar. Porque tenemos que aprender, y tenemos también recursos que aportar. Creo que ese es el desafío para los intelectuales, y me interesa particularmente asumirlo como desafío y urgencia para los psicólogos sociales, de los que formo parte.

¿Querés agregar algo más?

Sí, no temerle a la palabra revolución.

 

(1) Como lo expresaron en la Feria del Libro de 1999, en la mesa sobre Trabajo, los integrantes de la Mesa de Trabajadores Desocupados de la Matanza, de la Corriente Clasista y Combativa.

Ana P. de Quiroga es directora de la Primer Escuela Privada de Psicología Social,  fundada por el Dr. Enrique Pichon Rivière

Fragmentos olvidados de "El proceso grupal" de E.P. Rivière

Fragmentos olvidados de "El proceso grupal" de E.P. Rivière

Fuente: www.espiraldialectica.com.ar 

Prólogo a El Proceso Grupal (1971) 

“Si bien estos planteos [su propio esquema conceptual] surgieron en una praxis y están sugeridos, en parte, en algunos trabajos de Freud (Psicología de las masa y análisis del yo), su formulación implicaba romper con el pensamiento psicoanalítico ortodoxo, al que adherí durante los primeros años de mi tarea, y a cuya difusión había contribuido con mi esfuerzo constante. Pienso que esa ruptura significó un verdadero "obstáculo epistemológico, una crisis profunda, cuya superación me llevó muchos años, y que quizás se logre recién hoy, con la publicación de estos escritos.”  

 Una nueva problemática para la Psiquiatría   (1967 )  

“En los últimos años, al uso instrumental de la lógica formal se agregó el de la lógica dialéctica y la noción de conflicto, donde los términos no se excluyen sino que  establecen una continuidad genética sobre la base de síntesis sucesivas. La operación correctora o terapéutica se lleva a cabo siguiendo el trayecto de un vínculo no lineal, que se desarrolla en forma de una espiral continua, a través de la cual se resuelven las contradicciones entre las diferentes partes del mismo sujeto. Se incluye así una problemática dialéctica en el proceso corrector o en el vínculo con el terapeuta que sirve de encuadre general, tendiente a indagar contradicciones que surgen en el interior de la operación y el contexto de la misma”.


        Aportaciones a la didáctica de la psicología social (1972) . En colaboración con Ana Quiroga.   (pag. 205 a 207)

 “Psicología social. La psicología social a la que apuntamos se inscribe en una crítica de la vida cotidiana. Abordamos al sujeto inmerso en sus relaciones cotidianas. Nuestra conciencia de estas relaciones pierde su trivialidad en la medida en que el instrumento teórico y su metodología nos permiten indagar la génesis de los hechos sociales. Coincidimos con la línea abierta por H. Lefèvre, para quien las ciencias sociales encuentran su realidad en "la profundidad sin misterios de la vida cotidiana". La psicología social que postulamos tiene como objeto de estudio el desarrollo y transformación de una relación dialéctica, la que se da entre estructura social y fantasía inconsciente del sujeto, asentada sobre sus relaciones de necesidad. Dicho de otra manera, la relación entre estructura social y configuración del mundo interno del sujeto, relación que es abordada a través de la noción de vínculo.

Para nosotros el ser humano es un ser de necesidades, que sólo se satisfacen socialmente en relaciones que lo determinan. El sujeto no es sólo un sujeto relacionado, es un sujeto producido en una praxis. No hay nada en él que no sea la resultante de la interacción entre individuo, grupos y clases.

Si esa relación es el objeto de la psicología social, su campo operacional privilegiado es el grupo, que permite la indagación del interjuego entre lo psicosocial (grupo interno) y lo sociodinámico (grupo externo), a través de la observación de las formas de interacción nos permite establecer hipótesis acerca de sus procesos determinantes.

La psicología social como disciplina que indaga la interacción en sus dos aspectos, intersubjetivo (grupo externo) e intrasubjetivo (grupo interno), es significativa, direccional y operativa. Se orienta hacia una praxis, de donde surge su carácter instrumental. Su punto de partida es una práctica. La experiencia de esa práctica, conceptualizada por una crítica y una autocrítica, realimenta y corrige la teoría mediante mecanismos de rectificación y ratificación, logrando una objetividad creciente. Se configura una marcha en espiral sintetizadora para elaborar una logística y construir una estrategia, que a través de la táctica y la técnica dé carácter operativo a planificaciones de distinto tipo para que pueda realizarse el cambio aspirado, que consiste en el desarrollo pleno de la existencia humana a través de la modificación mutua del hombre y la naturaleza.

¿Por qué nuestra valoración de la praxis? Porque sólo ella introduce la inteligibilidad dialéctica en las relaciones sociales y reestablece la coincidencia entre representaciones y realidad.”

 

Del psicoanálisis a la psicología social

Del psicoanálisis a la psicología social

Enrique Pichón-Rivière y Ana P. de Quiroga (octubre, 1972)

Fuente: www.espiraldialectica.com.ar

Documento elaborado por los autores para sentar la propia posición en el marco de una aguda polémica existente en la Primera Escuela Privada de Psicología Social y en la Escuela de Psicología Social de Tucumán. En el marco de una conmocionada situación social - año 1972-  que se expresaba también en el campo científico en términos de debate y disputa,  Pichon-Riviere, con la colaboración de Ana P. de Quiroga,  escribe este texto. (nota de Fernando Fabris). 
 

 

Cuando explicitamos los fundamentos en los que se apoya nuestra postulación de una teoría de la vida psíquica, señalamos como punto de partida al psicoanálisis y al materialismo histórico y dialéctico. Sin embargo, la explicitación no puede detenerse allí. Resulta imprescindible poner e manifiesto los modos de articulación entre ambas fuentes, más aún cuando entendemos que lo que otorga especificidad y validez al planteo no es la yuxtaposición de teorías o la búsqueda de un paralelismo formal en el nivel de los modelos, sino la posibilidad de establecer un corte perpendicular, una intervención crítica en las premisas del discurso psicoanalítico que permita una nueva valoración de sus aportes.

El lugar teórico desde el que proponemos una revisión del esquema conceptual del psicoanálisis e intentamos una fundamentación de la psicología social, s el de la dialéctica materialista, lo que indica la propuesta de un método dialéctico.

La elección de este lugar teórico implica, respecto al psicoanálisis, un cambio de problemática, la apertura de una nueva problemática. Es decir, el planteo a partir de nuevas premisas del problema de los procesos psíquicos. La psicología social que postulamos como teoría de la vida psíquica constituye frente al psicoanálisis un espacio teórico diferente, una óptica distinta, una modificación de las premisas.

Psicoanálisis y psicología Social no representarían entonces posibilidades de una misma teoría, sino aparatos conceptuales separados por divergencias fundamentales aun cuando uno aporta sus elementos al otro.

Hablar en este caso de una problemática implica la necesidad de explicitar tanto las premisas en que se funda la producción psicoanalítica, y a las que se dirige nuestra crítica, como las que configuran el espacio teórico de la psicología social.

El punto de ruptura entre psicoanálisis y psicología social pasa por la teoría instintivista y la concepción del hombre y la historia implícitas en ella. La polémica que planteamos apunta a una de las premisas básicas de la que parten los desarrollos psicoanalíticos,  premisa que define el campo teórico del psicoanálisis. Nos referimos al supuesto de que la vida psíquica se sustenta o es la resultante de la operación de fuerzas instintivas innatas a las que caracteriza como: “fuerzas endosomáticas que tienen un representante psíquico, carga energética, factor de motricidad que hace tender al organismo hacia un fin”. El instinto que aparece como una fuerza constante tiene su fuente en una excitación corporal, su fin es suprimir el estado de tensión de la fuente pulsional, y un objeto por el que el instinto alcanza su finalidad (descarga). 

La premisa instintivista abre la problemática del psicoanálisis. Es a partir de esa óptica que se articulan en un campo común los problemas de la vida psíquica.   

Lo excluído, lo oculto por la problemática definida a partir del reconocimiento del instinto como fundamento de la vida psíquica, es la función del contexto histórico- social como determinante de dicho proceso. Entendemos al contexto histórico-social como determinante de la vida psíquica en la medida en que es la condición específica en la medida en que es la condición específica dentro de la cual puede manifestarse como fenómeno. Es ese contexto histórico-social el que fija como determinante los límites en los que se cumple el proceso de emergencia y desarrollo de la vida psíquica. 

Desde las premisas que definen el campo de la problemática de la psicología social es el mundo humano, la construcción histórico social y, más específicamente, cada formación concreta, lo que opera como conjunto de condiciones de producción y desarrollo del sujeto, en la medida en que es también el conjunto de condiciones de producción y desarrollo de la necesidad.

El concepto de necesidad sustituye en este planteo a la noción de instinto. La caracterizamos como la expresión de un monto de carencia que debe ser solucionado en un proceso de interacción. Muchos de los rasgos que la teoría psicoanalítica atribuye al instinto: “...fuerzas endosomáticas, factor de motricidad...etc.”, caracterizan a la necesidad, pero nuestro planteo la desplaza del ámbito de una teoría económica. 

La necesidad, que compromete al sujeto como totalidad,  aparece como la condición interna del desarrollo de la vida psíquica, condición interna de la dialéctica, de la contradicción no polar entre sujeto y naturaleza, entre sujeto y mundo externo. Es en este proceso dialéctico, en esta contradicción, en la que el sujeto es producido.

La producción del sujeto es histórico-social. La formación social no opera como causa de la necesidad (causa en el sentido mecanicista: causa-efecto), pero sí como condición de su posibilidad y desarrollo. Es la ley y la encodificadora de la necesidad, la orienta en la búsqueda de satisfacción, ofreciéndole las metas socialmente disponibles. La traduce y la manipula.

La necesidad no es simple efecto de la estructura, pero como condición interna de la producción del sujeto, emerge, se desarrolla, y transforma en relación con las condiciones externas que operan a través de ella. (Producción social del sujeto. Socialización).

La idea de un “sujeto relacionado” incluida en la problemática psicoanalítica implica:

a) que el sujeto se constituye como tal con autonomía de sus relaciones externas (a esto se liga el supuesto idealista del principio del placer como legalidad del pensamiento no apoyada en la experiencia, no determinada por el mundo real);

b) una posterior relación con la realidad exterior que operará tardíamente en el sujeto configurándose un principio de realidad y una internalización del mundo social en una instancia psíquica: el superyo;

c) desjerarquización de la relación sujeto-objeto, sujeto-mundo externo, centrando su análisis en uno de los términos de la relación (sujeto), lo que implica la afirmación de la posibilidad de una vida mental autónoma que no tenga en la experiencia su base material.

Esto da lugar a hipótesis acerca de la satisfacción alucinatoria de deseos fundada en el principio del placer, o de fantasías inconscientes que son la expresión de un mundo narcisista autista, no sólo “sin objetividad sino también sin objeto” (Joan Riviere). 

El supuesto ideológico implícito en la problemática psicoanalista es la ilusión metafísica de la “naturaleza humana”, esencia inmodificable. La peligrosidad del supuesto reside en su carácter ocultante de la determinación por la estructura socio-económica de hechos como la guerra, la violencia, la dominación, la propiedad privada, el autoritarismo, etc. 

La teoría psicoanalista, al reconocer, pese a las vacilaciones de Freud, que no puede prescindir de la noción de instinto para fundamentar sus hipótesis, se encierra en una problemática planteada por otras teorías instintivistas, según las cuales, las relaciones entre los hombres se establecen, en ultima instancia, sobre el juego de fuerzas instintivas innatas. La consecuencia, más o menos explícita, es que frente a la escasa variabilidad de los modelos biológicos tomados como determinantes, se extraen conclusiones acerca de la inmodificabilidad de las relaciones sociales.

Vemos aquí la función ocultante del supuesto ideológico incluido en el instintivismo.

La noción del instinto como fundamentación de una teoría de la vida psíquica opera como obstáculo epistemológico en la elaboración de un aparato conceptual que de cuenta de la relación entre estructura social y vida psíquica y que analice los procesos en que se da la producción social del sujeto.

No es casual que el psicoanálisis como esquema conceptual y como práctica institucionalizada haya sido puesto al servicio de las clases dominantes. Su óptica le permitía convertirse en una antropología reformista, en una antropología de alternativa frente a la planteada por el marxismo. Los elementos de denuncia incluidos en esa problemática, la importancia de la formulación del concepto de inconsciente, introducía en la valoración del esquema un monto de ambigüedad que dificultaba la posición crítica. La evaluación de la práctica analítica, tal como se desarrolla a partir de las instituciones que vehiculizan la teoría, permite hoy la caracterización de la praxis psicoanalítica actual como una de las formas del individualismo al servicio de la adaptación pasiva. Como instrumento ideológico la ortodoxia analítica, “más freudiana que Freud”, operó para ocultar tras una compleja sistematización las condiciones de producción del sujeto. 

Los postulados de la psicología social

La postulación de la psicología social -ciencia en proceso de construcción- implica, como ya dijimos, una nueva problemática. Es decir, un planteo desde nuevas premisas del problema de la vida psíquica. El punto de partida es la hipótesis de que existe una relación dialéctica entre el sujeto y el mundo. El hombre -a través de su praxis- se construye histórica y socialmente en una contradicción no polar con la naturaleza, de la que emerge y a la que domina. El hombre es una construcción histórico-social resultante de una praxis.

Dice Gramsci “el hombre en general”, “la naturaleza humana”, es una abstracción. El hombre no es un punto de partida, no hay esencia de lo humano, el hombre es un punto de llegada, en construcción permanente, diferente en cada momento histórico, en cada formación concreta. El hombre se construye, entonces, en la relación dialéctica con el mundo, relación cuyo motor es la necesidad. 

Cuando se dice: “El sujeto es un ser de necesidades que sólo se satisfacen socialmente en relaciones que lo determinan” (Pichon Rivière, 1971), “El sujeto es producido en una praxis, no hay nada en él que no sea resultante de la interacción entre individuos, grupos y clases”, se afirma en consecuencia: 

1) Que los procesos psíquicos son la expresión de una relación dialéctica entre sujeto y mundo externo, o quizás más estrictamente, entre necesidad y mundo externo; y que el mundo externo es determinante de esa vida psíquica como repertorio de posibilidades, como condición de desarrollo de la necesidad y su satisfacción. 

2) Se establecen los lineamientos para la formulación de un criterio de adaptación activa, planteando que la apropiación de lo real y su transformación, la mutua modificación sujeto-contexto en una relación dialéctica, será el parámetro de evaluación de la calidad del comportamiento, jerarquizando así los procesos de comunicación y aprendizaje.

3) Se jerarquiza la operación del objeto, la operación del mundo externo. Eso conduce a formular el concepto de estructura vincular, que daría cuenta de la relación del sujeto con el mundo, relación que tiene dos dimensiones: la intersubjetiva y la intrasubjetiva.

4) Como consecuencia de la jerarquización del objeto, del mundo externo y del cuestionamiento de la teoría instintivista y los elementos idealistas representados por el principio del placer, se planteará una reformulación de las hipótesis acerca de la fantasía inconsciente como expresión de la necesidad y de las vicisitudes del vínculo dentro del cual se da la relación necesidad-mundo externo.

5) Por la adjudicación de un carácter determinante a las condiciones externas sobre la vida psíquica, se reformulará la hipótesis sobre el carácter significativo del contenido de la fantasía y de la conducta desviada. Se plantea desde allí una terapia de la psicosis (esquizofrenia), a la vez que se considera a la enfermedad mental como emergente (signo) de procesos de interacción patológica, y al enfermo como portavoz.

6) Se formulan técnicas terapéuticas grupales (grupo familiar), que si bien operan en la dimensión de lo imaginario grupal, o sea en el interjuego de fantasías inconscientes que cada integrante tiene acerca de sí y de los demás, la consideración de la relación dialéctica mundo interno - mundo externo conduce a plantear una técnica de confrontación entre la fantasía y los procesos reales de interacción, entre el grupo fantaseado y el grupo real, lo que permite el aprendizaje de la realidad, redistribución de ansiedades, etc.

Hemos dicho que una psicología a partir de estas premisas se halla en proceso de construcción. Estos supuestos nos permiten repensar los aportes del psicoanálisis, pero no sólo estos aportes. Nos interesa el abordaje del “supuesto producido” en su vida cotidiana. Esta problemática enmarca la tarea y orienta la producción de la Escuela. Es a la integración a esa tarea, a un compromiso de trabajo producido, que convocamos a los miembros de la institución. 

Bibliografía

 S. Freud:  “Los instintos y su destino”, Esquema del psicoanálisis.
Laplanche y Pontalis: Vocabulario de Psicoanálisis, “Pulsión”.
Mao Tse Tung:  “Sobre la contradicción”.
V.I. Lenin:  “Sobre la dialéctica”, Materialismo y Empiriocriticismo.
M. Klein y otros:  Desarrollos en Psicoanálisis.
L. Althusser:  Para leer El Capital. (Problemática)
A.     Sercovich:  Curso de Epistemología. (Determinación)

A. Gramsci:  Antología.

 

Clasificados Agosto 2006

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El rol de la Enfermera en Control de Infecciones (ECI)

El rol de la Enfermera en Control de Infecciones (ECI)

fuente: ADECI

1. Introducción
Entre las preocupaciones de la comunidad de la salud, las infecciones hospitalarias cobraron mayor interés cuando a mediados del siglo una pandemia de enfermedades causadas por staphylococcus azotó a los hospitales públicos de Europa. Fue así como a fines de 1959 -en Gran Bretaña- se diseñó un (denominado) " nuevo proyecto para e/ Control de las Infecciones"(1,2), quedando con él planteada una respuesta innovadora y cuya mayor originalidad consistía en emplear los servicios de una enfermera especializada en este tipo de controles. El cargo fue ocupado por la supervisora de quirófano del Hospital de Oxford E.M.Cottrell y sus responsabilidades a tiempo completo fueron, básicamente, descriptas en los siguientes términos:

1. Documentar la incidencia de las infecciones.
2. Aconsejar sobre la adopción y ejecución de medidas preventivas.
3. Asegurar el cumplimiento de tales acciones.

Cuatro años después, en los Estados Unidos, la enfermera Key Wenzel (1) se convirtió en la pionera de nuestra actividad profesional. Designada como la figura central del Programa de Control de Infecciones en el hospital de la Universidad de Stanford, sus responsabilidades primarias fueron:

  • Vigilar la incidencia de infecciones hospitalarias
  • Supervisar las técnicas de aislamiento de pacientes
  • Capacitar al personal del hospital
  • Aconsejar al Comité de Control de Infecciones
  • Incrementar el nivel de cuidado, en atención al paciente, reduciendo el riesgo de adquirir IH

Simultáneamente, Haley y colaboradores(1) se dedicaron a estudiar la eficacia del Control de las Infecciones Hospitalarias. Su trabajo, conocido como Proyecto SENIC, fue realizado a principios de 1974 y consistió, además de la revisión de las historias clínicas, en recabar la información que permitió calcular la estructura de los programas de control de infecciones (PCI) y su incidencia durante el período comprendido entre 1970 y 1976. El cuestionario realizado a tal fin estaba destinado a indagar si particularmente alguna de las acciones comprendidas por los PCI, determinaba la reducción de las infecciones en los hospitales y fue así como el citado SENIC proveyó información descriptiva sobre las funciones de la ECI, indicando también que el 94% de los profesionales que desempeñaban el rol, eran enfermeras. Asimismo, cabe recordar que en 1972 también en EE.UU fue creada la Asociación de Profesionales de Control de Infecciones (APIC), una prestigiosa entidad científica que en la actualidad, por medio de un examen, certifica a los profesionales dedicados al control de infecciones.

En la Argentina
En nuestro país el control de infecciones comenzó en 1979(3), cuando el Dr. Daniel Stamboulián tras su formación en los Estados Unidos creó un servicio de Infectología y Control de Infecciones en el Sanatorio Güemes de Buenos Aires. Para la época, la introducción de esta práctica fue una idea a todas luces novedosa. También, el hecho de seleccionar a dos enfermeras profesionales para cumplir importantes tareas en su equipo, Viviana Fernández y Beatriz Donelly junto a Stella Maimone, que un año después fue integrada al equipo, se convirtieron en las ECI pioneras de la Argentina. Las tres habían trabajado en unidades de cuidados intensivos de cirugía cardiovascular, experiencia que fue decisiva a la hora de ser elegidas para cumplimentar un rol novedoso en nuestro país: por vez primera las enfermeras ocuparon un espacio operativo central en los programas de control de infecciones, siendo ejes coordinantes y ejecutantes de las funciones antes descriptas. De no menor trascendencia resultó, luego, la creación de la Asociación Argentina de Enfermeros en Control de Infecciones (ADECI). Fundada el 17 de septiembre de 1994, sus principales objetivos son:

  • Estudiar y difundir los conocimientos relacionados con la prevención y el control de las infecciones
  • Organizar y/o participar en congresos, jornadas u otro tipo de reuniones científicas que se realicen dentro o fuera del país.
  • Hacer efectiva y orgánica la relación permanente con sociedades o centros especializados análogos nacionales o extranjeros promoviendo un fluido intercambio científico - cultural.
  • Brindar asesoramiento sobre toda medida de gobierno concerniente a la prevención y el control de infecciones que afecten la salud pública en sus conceptos profilácticos, sanitarios y/o asistenciales.
  • Promover la creación de filiales en todo el país.

En cumplimiento de sus fines, ADECI elaboró y publicó normas de control de infecciones para hospitales; organizó congresos nacionales e internacionales; participó en actividades científicas fuera del país; asesoró al Ministerio de Salud Pública y Acción Social sobre un sistema de vigilancia (SIVENIH); es miembro de la Federación Internacional de Control de Infecciones; y continúa editando su propia revista institucional: VISIÓN.

Otras experiencias
También Chile, durante 1982, inició un programa de Control de Infecciones a nivel nacional(4). Su pionera ECI fue la enfermera Pola Brenner Fridman, quien fue contratada por el Ministerio de Salud. Cuatro años después, ese mismo ministerio creó el cargo de ECI en todos los hospitales del país, iniciando un proceso que condujo a la implementación de un sistema de vigilancia activa llevado a cabo por personal especializado. Pero no sólo allí el Control de Infecciones Hospitalarias (CIH) es un tema acuciante; una problemática que gana el creciente interés y la preocupación permanente de las autoridades sanitarias y la comunidad de Salud. También en el mundo lo es: distintas publicaciones indican que las infecciones hospitalarias aún no han podido ser erradicadas, ni sus efectos resueltos, sugiriendo su exposición a distintas causas que tienden a agravar el problema.
Factores como el impacto de nuevas tecnologías y procedimientos invasivos empleados para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades; el crecimiento poblacional de pacientes en edades extremas de la vida; el impacto indirecto del SIDA; la aparición de microorganismos resistentes a los antibióticos y de nuevas y antiguas enfermedades infecciosas, dan como resultado que las tasas de infección intrahospitalaria tiendan a aumentar en lugar de disminuir. Por ello, las instituciones de Salud deberán conocer en profundidad tales cambios y adecuar anticipadamente sus estrategias de atención, alertando a su personal y no sólo basando sus programas de control en indicadores como las tasas de infección.
No obstante lo dicho, y siendo cada vez mayor la demanda de ECI, observamos que la mayoría de los solicitantes no reconocen claramente cuál es el verdadero rol de los enfermeros/as en control de infecciones. Peor aún, no son pocos quienes hoy, ocupando ese cargo, desconocen su función.
En consecuencia, comprender el proceso de desarrollo del rol de la ECI resulta necesario y a la vez complicado. En parte, por la falta de definiciones sobre la capacitación especial que debiera recibir este profesional. Por otro lado, por la falta de definición de su rol. En ese sentido, uno de los cuestionamientos más usuales se refiere al interrogante de por qué dicho rol debe ser exclusivamente ejercido por una enfermera. Lo cierto es que desde su inicio, el sistema de prevención y control de infecciones siempre estuvo protagonizado por una enfermera profesional, altamente capacitada en esa especialidad. Sobre el particular, a los efectos de aclarar aún más este punto y considerando las experiencias más afortunadas a nivel mundial, con este documento ADECI reglamenta el
Rol de la ENFERMERA DE CONTROL DE INFECCIONES en la República Argentina.

 

2. Definición de términos

ADECI: Asociación Argentina de Enfermeros en Control de Infecciones. Organización nacional de profesionales interesados en el control de infecciones, dirigida por enfermeros en control de infecciones.

BROTE: Puede ser definido como un episodio en el cual dos o más casos expuestos a una misma enfermedad o evento, tienen alguna relación entre sí.

COMITÉ DE CONTROL DE INFECCIONES: Es un grupo multidisciplinario integrado por los representantes de cada departamento o servicio de un establecimiento de salud, siendo su principal propósito el de prevenir en él las infecciones hospitalarias. Su éxito dependerá del prestigio y la autoridad que sepa lograr entre los colegas y el personal afectado a las tareas de atención del paciente internado; y para ello, es fundamental el rol protagónico que desempeña la enfermera en control de infecciones, una profesional calificada que debe demostrar mucha energía en el cumplimiento de su función.

COMUNICACIÓN: Básicamente constituye el proceso de compartir información, por el cual una persona envía un mensaje a otra con la intención de recibir su respuesta. Pero es más: la información se ha convertido en una materia prima estratégica, un recurso energético que incide sobre toda actividad humana que cobra un valor destacado para la gestión de una organización, o de la sociedad en su conjunto.

EPIDEMIOLOGÍA:

  1. Es el estudio de la ocurrencia, distribución y causas de eventos en grupos humanos.
  2. Es la ciencia que brinda elementos de conocimiento para la prevención y la curación de enfermedades, mediante la aplicación de técnicas dedicadas a evaluar las necesidades de salud en determinados grupos poblacionales, decidir prioridades y cursos de acción, y ponderar luego los resultados alcanzados.

EPIDEMIA: Es la ocurrencia de un grupo de casos de una enfermedad o evento que sobre una comunidad o región, claramente excede los parámetros de una endemia.

ENDEMIA: Es la presencia habitual de una enfermedad o de un agente infeccioso en una zona o región geográfica determinada.

ESTUDIO ANALÍTICO: Es un proceso mediante el cual es posible analizar y/o establecer comparaciones entre distintos casos tratados.

ESTUDIOS DE CASO Y CONTROL: Es aquel proceso mediante el cual es posible comparar individuos afectados por una enfermedad con quienes no la padecen, a los efectos de identificar una característica o factor de riesgo presente en los casos, pero no en los controles. Este tipo de estudios también denominados Caso/Control pueden caracterizarse como investigaciones que responden a la pregunta qué pasó?

ESTUDIO DE COHORTE: Cohorte significa un conjunto de personas que tienen algo en común, formando parte de un grupo durante un determinado periodo. Los estudios de cohorte pueden caracterizarse como aquellas investigaciones que responden a la pregunta qué pasará? y por lo tanto, su dirección en el tiempo es hacia adelante. Por ello, también se los denomina estudios prospectivos.

ESTUDIOS DE OBSERVACIÓN: Consisten en analizar el comportamiento de casos sobre uno o más grupos de personas, a los efectos de registrar sus características y efectuar las evaluaciones que correspondan.

ESTUDIOS EXPERIMENTALES: Comprenden una intervención (una actividad controlada por el investigador) y su interés reside en observar el efecto que la misma genera en los sujetos en estudio.

ESTUDIOS TRANSVERSALES: También denominados estudios de prevalencia, con ellos se analizan -durante un período dado- los datos obtenidos de un grupo de sujetos en determinado momento y lugar. Se plantean para investigar qué es lo que está pasando en este momento?

INFECCIÓN HOSPITALARIA (IH): Es una infección adquirida durante la hospitalización que no estaba presente al internarse el paciente ni se estaba incubando durante su internación y que puede manifestarse tras el alta del paciente.

INCIDENCIA: Es el número esperable de una enfermedad (o evento) en una población específica, en un período dado y en un área geográfica determinada.

PROGRAMA DE CONTROL DE INFECCIONES (PCI): Es el programa implementado en un establecimiento de Salud para desarrollar sistemas que provean un alto nivel de cuidados en la atención de sus pacientes, por medio de la prevención, la vigilancia y el control de las infecciones hospitalarias.

ROL:

  1. Modelo de conducta relativa a cierta posición del individuo -en una red de interacción- ligado a las expectativas propias y las de los otros.(3)
  2. Función que acepta un individuo para jugar un papel peculiar, como parte de las necesidades de una organización. (1)
  3. Figura metafórica que intenta enmarcar la conducta de una persona, comportando lo que ella hace así como su adhesión a determinadas posiciones que atiende, más que a la expresión del trabajo individualizado, al concepto de la persona en sí misma.(3)

PROCESO DE DESARROLLO DEL ROL: Comprende tres fases, descriptas en términos de identificación, transición y confirmación. (5,6,7,8)

IDENTIFICACIÓN DEL ROL: Clarificación de los propósitos y objetivos del rol, en la cual la clave del éxito colectivo se funda en la propia filosofía de la práctica de trabajo.

TRANSICIÓN DEL ROL: Es la capacidad de desarrollar el rol individual dentro de las necesidades específicas de la Institución, en concordancia con el resto del personal. Saber comunicarse con los otros y orientar con responsabilidad toda consulta, son habilidades fundamentales en esta fase.

CONFIRMACIÓN DEL ROL: Se logra cuando los miembros de una organización identifican a una persona como aquella que realiza un rol particular.

VIGILANCIA: Es la recolección sistemática de información pertinente; el ordenamiento, evaluación y pronta difusión de datos, siempre dispuestos a satisfacer las necesidades de quien los necesita.(9)

 

3. Calificación para el trabajo de la Enfermera en Control de Infecciones
La calificación laboral de una ECI comienza con su formación universitaria como Licenciada en Enfermería, ya que los conocimientos adquiridos en materia de administración, investigación, docencia, bioestadística, salud pública y cuidados del paciente crítico, son pilares fundamentales para el desarrollo de su rol profesional. Pero no basta con ellos: conocimientos sobre epidemiología aplicada al control de IH, sistemas de vigilancia y las nuevas técnicas utilizadas en el hospital para prevenir y controlar los riesgos de las infecciones, son algunos de los que deben ser incorporados para desempeñar eficazmente las funciones demandadas por el rol de la ECI. En consecuencia, teniendo en cuenta estos requerimientos, para ejercer el rol de enfermera en control de infecciones califica quien cumpla los siguientes criterios selectivos:

  1. Ser Licenciada en Enfermería.
  2. 0btener la Certificación de ADECI (destinada a nivelar los conocimientos de las ECI y promover su excelencia) superando una de las siguientes dos instancias:
    a) Aprobar el curso dictado por ADECI; o bien
    b) Presentar antecedentes, según normas, que serán evaluados por el respectivo Comité.
  3. 0btener la acreditación de ADECI, de acuerdo a los reglamentos, renovándola cada cinco años. Dicha acreditación que asegura la permanente actualización en la especialidad se obtendrá presentando las actuaciones científicas que durante el quinquenio servirán para sumar el puntaje requerido a tal fin.

LA CERTIFICACIÓN EN CONTROL DE INFECCIONES
LOGRA UN NIVEL ACADÉMICO UNIFORME
Y LA ACREDITACIÓN ASEGURA LA PERMANENTE ACUALIZACIÓN

 

4. Área y dependencia de trabajo
Dentro del organigrama del hospital, existen distintas áreas de dependencia para las ECI. Epidemiología, Infectología, Higiene y Seguridad, Calidad de Atención, Departamento de Enfermería o bien, el Comité de control de infecciones (CCI) son los servicios universalmente considerados como alternativos para determinar la dependencia de la ECI. Incluso, existen referencias en la literatura que sostienen como inexorable su dependencia directa del Presidente del CCI.(10)
No obstante, es necesario tener en cuenta que en todos los casos dicha dependencia es de carácter administrativo, ya que la ECI trabaja en forma independiente al ser la única que desempeña el rol en la institución.
La enfermera en control de infecciones no es una supervisora de enfermería ni una jefa de departamento. Su nombramiento debe ser el de Enfermera en Control de Infecciones y su inclusión en el Departamento de Enfermería no deberá incluir la cadena jerárquica del mismo, dado que ella no trabaja solamente para dicha área.
De acuerdo a sus responsabilidades, la ECI debe ser incorporada a una de las siguientes dos áreas básicas de dependencia administrativa:

  1. EI Departamento de Enfermería, en cuyo caso su jerarquía equipararía a la de la jefa o subjefa del mismo (o puestos similares).
  2. La Dirección Médica o Presidente del Comité de CI, en cuyo caso la ECI pacta sus honorarios directamente con la gerencia de Recursos Humanos.

5. Consideraciones especiales
Las tres etapas para el desarrollo exitoso del rol de la ECI (3,6,7,8) se pueden definir como:

  • Etapa de identificación: Cualquiera sea la dependencia dentro de la Institución, en esta primera etapa la ECI debe focalizar sus esfuerzos en establecer una relación de consenso con el empleador. Las expectativas del trabajo de control de infecciones y la filosofía de la Institución deben estar claramente definidas, a los efectos de minimizar la ambigüedad acerca de su función, o bien la posibilidad de tener que cambiar el rol durante el desarrollo del mismo. Por eso, definir mutuamente las tareas a desempeñar -pero antes de ser contratada- afianzan un punto de partida sólido para establecer las responsabilidades de la posición asumida y qué se debe esperar de su práctica laboral. Un logro sumamente importante, porque la ECI ejerce un rol único y no existen en la institución modelos alternativos para ser comparada. También en esta etapa, la institución deberá establecer cuántas ECI serán contratadas para desarrollar el control de infecciones. La decisión final tomará en cuenta las características y expectativas de la institución, su nivel de complejidad, la misma organización del programa de control de infecciones, la experiencia y el grado de creatividad de la ECI, y la disponibilidad de otros recursos secundarios (secretaria o asistente, software para la vigilancia, etc). Sobre el particular, la bibliografía existente destaca la conveniencia de incorporar el trabajo profesional de una ECI cada 250 camas. (10,11)
    La ECI desempeñará un rol exitoso sólo cuando ella y su empleador conozcan cuál es su posición y qué se debe esperar de ella durante su práctica.
  • Etapa de Transición: En esta fase la ECI habrá comenzado a trabajar en su rol y necesita representarlo convenientemente ante los demás profesionales del equipo de salud. Para ello tendrá en cuenta, en todo momento, las propias necesidades de la institución. Precisamente porque su rol explicita un proceso interactivo, la ECI necesita comprender y desarrollar tres fuentes de transacción simbólica: su capacidad para informarse y comunicarse con los demás; su trabajo, dispuesto a integrarse en red (al de los demás); y sus conocimientos específicos sobre control de infecciones (que obviamente, le servirá a los demás).
    En este sentido, la habilidad de saber comunicarse será utilizada para influenciar favorablemente al equipo de salud, para realizar tareas en conjunto que son necesarias en cumplimiento del PCI, cuya difusión institucional así como la del propio rol de la ECI resulta esencial para alcanzar el éxito propuesto. También en esta etapa es fundamental afianzar cordialmente los lazos de cooperación, a fin de cimentar las bases que, más allá de la consideración de los recursos, las leyes vigentes y la necesaria calidad de atención al paciente que es menester garantizar, permitirán ganar el prestigio de un rol único e intransferible que redunda en la más alta calificación profesional. A su vez, en el contexto de la relación cooperativa con los demás miembros del equipo de salud, la ECI debe desenvolverse en una verdadera red de trabajo mediante la cual se facilite la comunicación, se compartan los apoyos mutuos, la información y la asistencia técnica, se incremente la visualización de los problemas emergentes y se fomenten otras actividades vinculadas al rol desempeñado. Sin embargo, esta integración laboral conformada en red, jamás debe ser confundida como la suma de relaciones de amistad. Ejemplo de esta red de trabajo es el Comité de control de infecciones hospitalarias. También la planificación de sistemas de vigilancia, la intervención en el Comité de evaluación de productos, el establecimiento de relaciones con el Laboratorio de Bacteriología, la relación con el Departamento de Enfermería, etc. Vale aclarar que si no prevalece una buena comunicación y apoyo por parte del servicio (o sección) de bacteriología, la vigilancia y una variedad de medidas de control no pueden realizarse eficazmente. El rol del laboratorio en el control de las infecciones es destacado por numerosa literatura y es de real trascendencia que ambos la ECI y el responsable de bacteriología así lo comprendan.
    Por otra parte, los conocimientos específicos en control de infecciones no son parte de la formación de grado; por lo tanto se reitera la ECI deberá capacitarse en temas como la vigilancia de infecciones, la epidemiología como método de resolución de problemas (o de detección de factores de riesgo de infección) y las normas del control de infecciones. Los conocimientos básicos, la constante investigación, la interpretación de los resultados, el establecimiento de una red de trabajo y la buena comunicación, proveen a la ECI de elementos de dirección para su tarea y para el cumplimiento de los objetivos trazados por el Programa de Control de Infecciones.
    Los conocimientos básicos, la constante investigación, la interpretación de los resultados, el establecimiento de una red de trabajo y la buena comunicación, proveen a la ECI de elementos de dirección para su tarea y para el cumplimiento de los objetivos trazados por el Programa de Control de Infecciones.
  • Etapa de confirmación: Luego de cumplir la etapa anterior, la ECI comenzará a desarrollar el Programa de Control de Infecciones, poniendo en práctica el uso de sus conocimientos y otros instrumentos como las tasas de infección, las normas, los programas de educación, la investigación, etc. Con ellos propondrá soluciones a partir de distinguir los factores de riesgo de infección que confirmarán su intervención.
    Esta etapa es constante y se renueva en beneficios cuando la ECI advierte que se están cumpliendo sus expectativas y las de la Institución. Puede añadirse que al ser reconocida por su función, la ECI ha logrado su objetivo.
    Algunos ejemplos de confirmación del rol son los siguientes:

    -NOMBRAMIENTO: tener nombramiento de Enfermera en Control de Infecciones y un lugar dentro del organigrama institucional.
    -AUTONOMÍA: disponer la libertad de planear sus objetivos y desarrollarlos en el tiempo que crea más conveniente.
    -SALARIO: lograr un salario comparable con el de otras ECI y acorde a
    puestos similares dentro de la organización.
    -OFICINA: contar con un espacio privado donde pueda trabajar
    preferentemente con biblioteca, computadora y secretaria.
    -RELACIONES: alcanzar el respeto de otros profesionales, un prestigio basado en el conocimiento específico y en su capacidad como consultora para facilitar la toma de decisiones conjuntas.
    -INCLUSION: ser requeridos sus servicios por los distintos grupos departamentales, en función del reconocimiento a su experiencia y los conocimientos sobre el tema tratado.
    -PERICIA: compartir información con los distintos servicios integrados al desarrollo del Programa de Control de Infecciones, reportar a la dirección del hospital y prevenir situaciones de riesgo en forma precoz evaluando su tarea y demostrando su utilidad constituyen argumentos de peso al definir el rol de la ECI.

6. Determinación de las actividades de la enfermera de control de infecciones (5,7,8,9,10,12,13,14)
Como ya se adelantara, para desempeñar su trabajo la ECI hace uso de conocimientos, habilidades y destrezas relacionadas con la prevención y el control de infecciones. Los campos de conocimiento específico utilizados a tal fin son la epidemiología y la vigilancia de las IH que se suman a otros de carácter instrumental, como la comunicación y los principios operativos de la administración, la consultoría, la investigación y la capacitación.

MIENTRAS MAS SE DESARROLLEN LOS CONOCIMIENTOS DE LA ECI, MAS EFECTIVO SERA SU ROL

A continuación se detallan las funciones básicas comprendidas por el rol de la ECI:

I. Vigilancia de las infecciones hospitalarias

Definida como la recolección sistemática y pertinente de datos, la vigilancia consiste en consolidar y ordenar esa información, evaluarla y disponer su pronta difusión a quienes la necesitan.
Otras definiciones también incluyen el monitoreo de pacientes -complementariamente con el monitoreo de prácticas y procedimientos- a los efectos de detectar y eliminar factores de riesgo que pudieran ser o han sido determinantes de infección. Probablemente la combinación de ambas definiciones sea la más adecuada. Los sistemas de vigilancia son métodos activos de recolección de datos y si bien existen otros métodos pasivos, que sólo son de utilidad para conocer el número de infecciones, con ellos no se detectan los factores que las influencian y por lo tanto no podrán orientar las medidas de control ni concentrar los recursos a fin de mejorar su eficacia.
La importancia de la vigilancia radica en que la información obtenida es útil para la toma de decisiones administrativas o políticas que deben adoptar, además de los administradores, los profesionales de la salud. Su influencia es determinante al jerarquizar el entendimiento de los problemas de infección y la determinación de sus soluciones. Cuando se establece un sistema de vigilancia la ECI debe cumplir, entre otros, los siguientes objetivos:

  • Diseñar un sistema destinado a documentar a incidencia de IH y los factores que influencian su desarrollo, sus tendencias a corto y largo plazo, los patógenos más frecuentes y su sensibilidad a los antibióticos.
  • Conocer los estándares de infección, a nivel nacional e institucional, para comparar los índices de infección.
  • Implementar un sistema para detectar precozmente la aparición de brotes epidémicos y sus causas a fin de darle solución en forma rápida, así como prevenirlos en el futuro.
  • Evaluar las medidas de control.

La vigilancia, para ser efectiva, precisa una buena planificación basada en el claro entendimiento de su propósito, pues con ella se intenta optimizar la visualización de los pacientes que deben ser monitoreados, la variedad de datos a ser recolectados y cuáles de ellos deberán ser analizados. Todo ello depende, en cada circunstancia, de los objetivos del Programa de control de infecciones así como del tiempo disponible y los recursos de la ECI. Cuando se planifica un sistema de vigilancia, la ECI debe contemplar por lo menos los siguientes criterios:

  • De qué pacientes se recolectarán los datos (denominador): Todos los pacientes. Pacientes de alto riesgo. Pacientes con determinada cirugía, etc.
  • Qué datos son necesarios recolectar: Globales de infección. Por población con determinado riesgo, etc.
  • Durante qué período es necesario recolectar los datos: En forma continua. Durante determinados meses del año, etc.
  • Conocer y/o implementar las fuentes de información necesarias para recolectar los datos de vigilancia: Historias clínicas. Libros de estadísticas. Acceso a libros o fichas de laboratorio. Conexión a la red informática del hospital, etc.
  • Definir las infecciones y darlas a conocer a los servicios sujetos a vigilancia.
  • Qué tasas de infección se utilizarán.
  • A quiénes le será distribuida la información obtenida.

Para cumplir con cada uno de estos criterios, se requiere un trabajo en conjunto con todos los servicios involucrados (red de trabajo).

II. Usar el método epidemiológico para evaluar las infecciones y otros eventos
La ECI utilizará los elementos de la epidemiología descriptiva cuando realice estudios de observación (por ejemplo en relevamientos epidemiológicos de áreas, estudios de prevalencia e investigación inicial de epidemias) pero necesitará conocimientos de epidemiología analítica cuando desee establecer el cómo y los porqué de una epidemia (para lo cual debe realizar estudios de caso control, estudios de cohorte) y también conocimientos de epidemiología experimental, cuando desee investigar la causa/efecto de un evento. Asimismo, la ECI debe conocer la epidemiología de las infecciones hospitalarias, la cadena de infección, el concepto de infecciones hospitalarias y su diferencia con las de la comunidad, el espectro y la ocurrencia de los casos, la incidencia esperable y los datos de su institución, así como otros conocimientos específicos.

III. Proveer directivas al Comité de Control de infecciones o al organismo que lo reemplace
Las medidas de control de infecciones, las estrategias para enfatizar la educación continua y otros objetivos del Programa de Control de Infecciones están relacionados con los datos obtenidos en la vigilancia. Para llevar a cabo estas actividades, la ECI fundará su incumbencia en la disponibilidad de conocimientos sobre administración, docencia y normalización. La función de la administración es planificar, organizar, formar, dirigir y controlar un grupo humano, constituyendo un medio y no un fin en sí misma para racionalizar una actividad. En ese sentido, tiene como propósito asegurar que tal actividad se desarrolle en forma sistemática y ordenada, respondiendo a un plan preestablecido. Además, dada la responsabilidad que tiene para lograr un Programa de Control de Infecciones exitoso, la ECI necesita establecer una red de trabajo con el personal jerárquico y las bases, tratando de conseguir los mejores resultados con el menor gasto de recursos humanos, físicos y cronológicos. Así planteada su incidencia, la administración es una disciplina que al menos debe cumplir con los siguientes criterios:

  • Aplicar conocimientos científicos
  • Desarrollar actividades por grupos.
  • Emplear un conjunto de recursos para lograr un fin en forma eficaz y eficiente.

Por su parte, la docencia en el control de infecciones debe ser precisa y relevante con respecto a las actividades de capacitación que reciben los trabajadores de la salud. En lo fundamental, debe realizarse con técnicas educativas que permitan favorecer cambios de conducta. Para establecer un programa de educación continua, la ECI debe observar los siguientes criterios:

  • Desarrollar y mantener medios que le permitan disponer una base actualizada de conocimientos científicos, facilitando su difusión a otros miembros del equipo profesional del hospital.
  • Compartir información con otros profesionales.
  • Proveer y fomentar el acceso del personal, los pacientes y su familia, a materiales educativos.
Por último, las normas de control de infecciones especifican una tarea fundamental de la ECI: la de su estudio y difusión. A los efectos de que la norma tenga real consenso, debe establecer un sistema de retroalimentación entre los usuarios. Para lograrlo, es importante conocer los sistemas de comunicación formal e informal de la institución, a fin de contar con los recursos requeridos para cumplimentar la norma y asegurar su comprensión. Las normas deben escribirse teniendo en cuenta los estándares nacionales, las leyes vigentes, la literatura científica, la posibilidad de ser aplicada y los recursos de las instituciones: una norma teórica no es de gran utilidad. Las normas deben ser útiles, fácilmente comprensibles y lograr el consenso mayoritario de sus usuarios, la aprobación de la dirección del Hospital y la propiedad de ser distribuida en tiempo y forma a todos los servicios. La ECI debe medir el cumplimiento de las normas por medio de las actividades de vigilancia y de los estudios descriptivos antes comentados.

En cumplimiento de su rol, la ECI dirige un programa de control de infecciones efectivo

 

 

Recomendaciones para establecer un programa efectivo de control de infecciones

Recomendación 1
Para comenzar un Programa de control de infecciones, la institución debe nombrar una ECI calificada

Recomendación 2
Todo Programa de control de infecciones debe implementar un sistema de vigilancia de infecciones hospitalarias, que requerirá los siguientes elementos:

  1. Identificar el problema o evento a estudiar y describirlo.
  2. Definir la población de riesgo.
  3. Seleccionar los métodos apropiados de medición, incluyendo el paquete estadístico a utilizar.
  4. Identificar las fuentes de datos a utilizar y describirlas.
  5. Definir el numerador y el denominador.
  6. Seleccionar los eventos específicos a ser monitoreados partiendo de sistemas ya validados (si es posible nacionales) a los efectos de establecer comparaciones.
  7. Preparar y distribuir informes escritos a los grupos apropiados.

Recomendación 3

Los datos de la vigilancia deben ser analizados en detalle y usados para prevenir, controlar las infecciones y evaluar sus consecuencias.

Recomendación 4
Las normas de prevención y control de infecciones deben estar escritas, ser implementadas y mantenidas en el tiempo, y actualizarse en forma periódica, cumpliendo los siguientes criterios:

  1. Estar validadas científicamente.
  2. Ser revisadas observando la vigencia de su practicidad e incidencia de costos.
  3. Estar dirigidas a mejorar la prevención de infecciones, el cuidado del paciente y el del personal de la salud.

Recomendación 5
Los trabajadores de la salud deben consultar a la ECI para acordar políticas dentro de la institución que sean relevantes para el control de las infecciones.

Recomendación 6
El Programa de control de infecciones debe proveer información adecuada al Ministerio de Salud Pública y Acción Social, colaborando también con la denuncia de enfermedades transmisibles al Sistema Nacional de Vigilancia.

Recomendación 7
Con relación a las enfermedades infecciosas transmisibles, el Programa de control de infecciones debe contemplar el cuidado de la salud de los empleados y en todo momento la ECI estar dispuesta a evacuar las dudas que le efectúen al respecto.

Recomendación 8
El programa de control de infecciones debe establecer un plan de inmunizaciones para el personal y también, la metodología a seguir en caso de accidentes por punción o salpicadura con sangre.
En todos los casos se observará que esta metodología se cumpla sistemáticamente a satisfacción.

Recomendación 9
Todos los trabajadores de la salud deben estar capacitados para identificar la ocurrencia de una epidemia y colaborar con la ECI en su estudio y resolución. La capacitación se refiere a:
Estar alerta ante un hecho inusual para comunicarlo a la ECI, aunque fuera una sospecha que luego no se confirma.
El laboratorio de microbiología debe alertar sobre la aparición de todo germen con sensibilidad inusual (o bien, no endémico) en la institución, colaborando activamente en los estudios de vigilancia y de investigación de epidemias.

Recomendación 10
Todos los trabajadores de la salud deben concurrir obligatoriamente a las clases de educación sobre el control de las infecciones. La institución debe facilitarles su concurrencia.

Recomendación 11
Los programas de capacitación deben ser evaluados periódicamente; en particular, observando su efectividad y concurrencia.

Recomendación 12
La Institución debe proveer los recursos destinados al entrenamiento constante de las ECI: suscripción a revistas especializadas, asistencia a cursos de perfeccionamiento, presentación en congresos, etc.

 

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